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miércoles, 15 de enero de 2014

La cáscara amarga - Jesús Ruiz Mantilla



Título: La cáscara amarga
Autor: Jesús Ruiz Mantilla
Publicación: Planeta, noviembre de 2013
Páginas: 212

Emilia, de golpe, debe aprender en la calle el significado de lo que siente: hambre, abandono, soledad, enfermedad, guerra, muerte... La niña que de pronto ve como su vida se derrumba emprende una lucha a favor de la supervivencia que le llevará a levantar un imperio.

Esta es la historia de Emilia Fuentes Ruiz, cuya voluntad superó las necesidades, cuya determinación construyó un triunfo desde la nada. Despojada de su madre, presa en el infierno de Saturrarán al finalizar la guerra, a expensas de la intemperie y sorteando la tragedia con sus hermanos, Emilia asistió a la escuela de la necesidad y la derrotó. Una historia épica, heroica y tremendamente humana, a caballo entre Oliver Twist y Las cenizas de Ángela, en la que tenemos mucho que inspirarnos en tiempos de adversidad.

Mi experiencia con la novela

La novela que os traigo, La cáscara amarga, es la historia real de Emilia Fuentes Ruiz, que en la actualidad tiene ochenta y cuatro años pero que una vez fue una niña obligada a sobrevivir en los tiempos de la posguerra española. Jesús Ruiz Mantilla quedó fuertemente impactado por su historia cuando la entrevistó para el periódico en el que trabajaba y decidió convertir sus vivencias en una novela.  


La historia comienza cuando Emilia sufre un infarto cerebral agudo y mientras su cuerpo lucha, no sabemos si para ir en una dirección u otra, su mente viaja hasta el pasado para recordar a la niña que un día fue y todas aquellas personas que la acompañaron en esa etapa de su vida.

Una niña que de golpe y porrazo se vio en la calle, obligada a sobrevivir al hambre, al frío, la soledad e incluso la muerte. Las razones no pueden ser más absurdas que la de pertenecer al bando de los vencidos. Aquellos que tras perder una guerra perdiendo también incluso sus vidas como le pasó a la madre de Emilia que terminó en la cárcel de Santurrarán junto a otras mujeres en idéntica situación.

Sus primeros recuerdos se centran en María, su madre, a quien todo el mundo llamaba la Chila. Casada con marinero de tendencia al alcoholismo se vio obligada a buscarse la vida y ser ella misma la que llenara el plato en la mesa gracias a su trabajo. También rememora la figura de su padre, un hombre que desapareció a la par que su mujer. Avergonzado por la incapacidad de asumir responsabilidades y sacar adelante a sus hijos los abandonó sin mirar a atrás y ellos terminaron en la calle, cuidando de sí mismos.

La vida a veces duele. Y es muchas veces la propia realidad la que nos sorprende en mayor medida que cualquier historia de ficción que se pueda imaginar. Como es el caso de esta novela en que conoceremos el instinto de supervivencia de dos mujeres en tiempos de la posguerra en que sólo se podía sobrevivir a ciertas situaciones. Fueron tiempos de incertidumbre, de desesperación, de remordimientos, de hombres y mujeres duros y silenciosos que no podían luchar sino aceptar lo que venía. De enfermedades, de hijos muertos, madres y padres desaparecidos, de familias impotentes, de odios y venganzas acunados en el tiempo.

En esta novela no vamos a encontrar héroes ni villanos tan sólo personajes muy humanos que viven su propia y cruel realidad. Y lo hacen sin caer en la autocompasión. Su modo de actuar viene dado por las circunstancias, sus instintos y el afán de sentirse con vida. La protagonista es Emilia Fuentes Ruiz, que prácticamente desde su nacimiento vio como la mala suerte tocaba a su familia sin remedio. Creció rodeada de muerte, desgracia y miseria viendo como desaparecían poco a poco algunos de sus hermanos, sintiendo sus ausencias y casi entendiéndolas de forma normal.

Ella, precisamente ella, la más pequeña, las más vulnerable, sobrevivió entonces a todo consciente del misterio que luego la fortaleció, que luego le hizo cada día ganarse el premio de una existencia siempre incierta. La que quiso vivir sola por todos, sin dejar de sentirlos al lado, sin renunciar a su compañía, hablando de ellos, plantando flores donde cree que pueden estar enterrados sus cuerpos, donde sospecha que descansan anónimamente, sin una inicial calvada en la tierra, ni tallada en la piedra, justo a otros huesos de quienes jamás conoceremos los nombres, que fueron tirados en una cuneta, arremolinados bajo la arena cercana a una playa. Solos pero no perdidos porque sus almas habitan en el propia seno de los seres queridos” (Página 14)

A pesar de que es Emilia el personaje central, María “la Chila” tiene un peso definitivo en la historia y es la figura que en mi opinión resulta más atractiva de la novela incluso capaz de eclipsar a la propia protagonista. Fue una mujer con mala fortuna, falta de cariño desde su nacimiento que aprendió a sortear las desventuras con una fuerza brutal. A caer y levantarse continuamente y sobre todo a intentar coger las riendas de su destino. La muerte la rodea constantemente pero no puede detenerse a llorar debidamente ni siquiera la muerte de algunos de sus hijos porque los otros también la necesitan.  Y porque tenía que mantener su pequeño puesto, donde compraba todo el barrio los productos que ella intercambiaba caminando de pueblo en pueblo y gracias al cual sus hijos podían comer.

Pero La cáscara amarga también es una historia esperanzadora porque Emilia no sólo aprendió a vivir sin su madre, en la calle pasando hambre y frio sino que se convirtió en una luchadora y una mujer que levantó gracias a su inteligencia un imperio. Comenzó ya desde muy joven a envasar las anchoas a su propia manera consiguiendo con los años un negocio con mucho esfuerzo.

Jesús Ruiz Mantilla nos narra esta dolorosa historia con una prosa contundente, cuidada, elaborada y con mucha personalidad donde el vocabulario no se encuentra elegido al azar y su sintaxis presenta cierto lirismo. Se estructura en dieciséis capítulos cuyo título hace referencia a algunos de sus personajes y está narrado a través de una voz en tercera persona omnisciente que nos habla más de las emociones de los personajes que de aquello que les rodea.

Cárcel de mujeres de Santurrarán
La historia se desarrolla en un pequeño pueblo de mar llamado Santoña en Cantabria, donde la mayoría de sus vecinos vivían de la pesca. Supeditados a los caprichos de un temporal traicionero que marcaba los periodos de pesca y determinaba los momentos en los que conseguir alimentos. Un lugar donde las opiniones, ideologías no se podían esconder y un lugar donde tampoco se olvidaban los enfrentamientos y redecillas entre sus vecinos. En esa época de dolor, hambre, odio, y silencio que fue la posguerra española en la que en cada casa se vivía una desgracia.

Conclusión

La cáscara amarga es una historia agridulce, emotiva, dura. Narrada con pulso firme y destreza. Una novela de personajes que luchan contra su propio destino y cuyo afán de superación destaca sobre cualquier otra cosa.