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miércoles, 30 de enero de 2013

El pasajero del tiempo - Francisco Arsis Caerols

Marcos Andrade es un contable madrileño bien asentado económicamente que busca un piso en Madrid. No es que sus requisitos sean muy exigentes pero le está costando encontrar la casa apropiada para él.

Después de visitar una agencia inmobiliaria, cuando se dispone a salir, un anciano llamado Alfredo León le hace una propuesta irresistible. Le ofrece un piso en pleno centro de Madrid que cumple con creces sus expectativas. El inmueble está situado en Atocha, cuenta con cierta amplitud y su precio es muy tentador. Pese a sus reticencias y desconfianza inicial Marcos decide adquirir la vivienda.
Cuando se instala, por fin, en su nuevo hogar su vida cambia de forma inmediata. Marcos descubre con estupor que un armario de luna esconde en su interior una puerta capaz de trasladarle atrás en el tiempo. Concretamente la puerta le lleva al inicio del año 1916 y además su identidad ha cambiado. En el siglo pasado se ha convertido en el conocido periodista Marco Vassallo.
Bajo esta nueva identidad, el protagonista descubrirá como era Madrid a principios del siglo XX. Sus calles, sus costumbres, sus acontecimientos, su vida cultural, los personajes que habitaban la ciudad mientras Europa se encuentra inmersa en la Primera Guerra Mundial.

Su encuentro con Marisa Rondal, una de las grandes artistas de la época dará lugar a una bella historia de amor.

Mi experiencia con la novela

El escritor Francisco Arsis ha logrado sorprenderme con su polifacética y arriesgada novela El pasajero del tiempo. En ella ha sido capaz de mezclar diversos géneros de forma magnífica.  Considero que  resulta muy complicado mezclar tantos elementos de forma que encajen a la perfección en una novela y obtener un buen resultado . Normalmente el conjunto tiende al desequilibro y al final siempre termina dominando un género sobre los demás.
En este caso en concreto la novela resulta entretenida, instructiva y atractiva a partes iguales porque su autor ha sabido mezclar las dosis justas de fantasía, romanticismo e historia.
Con una imaginación desbordante, el autor nos propone el tema de los viajes en el tiempo. Me resulta no sólo un planteamiento interesantísimo a priori sino que todas las situaciones y cuestiones que va creando y trazando en torno al tema son muy estimulantes. Los viajes al pasado y la influencia que estos pudieran tener en el futuro (Teoría del caos o Efecto mariposa) siempre han sido temas que han hecho volar mi imaginación. A quién no le gustaría, si tuviese la oportunidad, asomarse a una época pasada y ver cómo vivían sus inquilinos.
Como vehículo para este curioso viaje el autor utiliza un simple armario de luna que es capaz de transportar al protagonista, Marcos Andrade, desde la actualidad al año 1916 y convertirle en un conocido periodista de la época.
Con el nombre de Marco Vassallo, el personaje en quien se convierte, tendrá la oportunidad de sumergirse en el pasado y experimentar la vida tal y como era en el siglo anterior. Su apariencia es acorde con la época pero por dentro sigue siendo un hombre actual cuya mente y comportamiento es muy distinto a los de sus habitantes pasados. A pesar de todo, a Marcos no le cuesta nada disfrutar del encanto de la época, caminar por sus calles adoquinadas, disfrutar de sus diversiones e incluso incorporarse a la vida laboral de su alter ego. Pero estos  viajes tienes sus restricciones y sus condiciones y tendrá que encontrar la manera de sacar el máximo partido de ellos.
La faceta romántica del libro también está muy bien desarrollada. Marcos se enamora de Marisa Rondal, una de las mejores actrices del teatro del momento. A pesar de ser una bonita historia de amor se nos presenta de forma sencilla y sincera, sin edulcorarla y sin empalagar al lector.  No vamos a encontrar escenas forzadas ni grandes proezas amorosas sino a dos personas que se han encontrado y han decidido pasar cada uno de sus momentos disponibles en compañía de la otra.
En su aspecto histórico la novela está ambientada y contextualizada de forma espectacular. Francisco Arsis no escatima en detalles a la hora de recrear Madrid en el año 1916. Nos ofrece descripciones muy precisas de sus calles, sus gentes, la moda y costumbres,  la actualidad del momento y múltiples aspectos que destacan en la novela. 
Mientras iba leyendo la novela me daba la sensación de que era yo misma quién estaba viviendo la historia, viendo lo que mismo que sus personajes y en definitiva, conociendo una ciudad muy distinta a la que es en la actualidad, con un estilo de vida diferente.


Se percibe claramente la enorme labor de documentación que el autor ha realizado para crear el excelente contexto espacio-temporal.  En las calles de Madrid encontraremos grandes teatros que aún hoy siguen con vida como el Ateneo, el Teatro de la Comedia, el María Guerrero (que en su apertura se llamaba Teatro de la Princesa), los mejores restaurantes como el Lhardy (muy cerca de la Puerta del sol), el hotel Ritz, el café Gijón o el ya desparecido café El gato negro frecuentado por diversos escritores como Valle Inclán o Benavente. En ese momento España es gobernada por el monarca Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia (abuelos del rey Juan Carlos) a quien el protagonista puede conocer gracias a su condición como periodista.
A todos estos escenarios reales se le suman muchos personajes muy destacables en aquella época y cuyo recuerdo sigue muy vivo en la cultura de nuestro país. Escritores como Jacinto Benavente o los hermanos Quintero,  artistas de la talla del francés Fernando Laroche, José Isbert y otras actrices, políticos y otras personalidades le dan un encanto especial a la novela.
El autor tampoco se olvida de nombrar algunos acontecimientos socio-culturales de la época, como la celebración del tercer aniversario de la muerte de Cervantes.  Y muchos de los inventos modernos que hoy conocemos. En aquella época, por ejemplo, ya se podía pagar a plazos, las pastillas del Doctor Andreu, la Bella Aurora (un cosmético muy utilizado en ese momento).
A pesar de que casi toda la acción transcurre en Madrid, el protagonista tendrá la ocasión de viajar a diversos lugares de España como Barcelona, Málaga o Sevilla e incluso, fuera de nuestras fronteras a París o Londres de los cuales también descubriremos algunas de sus características en esa época.
Incluso el protagonista vivirá muy de cerca la Batalla de Verdún en Francia, una de las más largas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial. Con el objetivo de cubrir la noticia para La gaceta gráfica de Madrid, el periódico en el que trabaja, se traslada hasta el frente para ser testigo de todo lo que allí ocurre.
El libro recoge infinidad de anécdotas o curiosidades sobre muchos de los lugares, personas o acontecimientos que aparecen en la historia. Además su protagonista lo relaciona frecuentemente con nuestra época.
La historia está narrada en primera persona por Marcos Andrade que a modo de diario siente la necesidad de dejar un testimonio de sus increíbles vivencias y se dirige a un futuro lector. En su estilo narrativo se nota que no está escrita al azar. La prosa se ha cuidado al detalle, con una estructura sencilla pero muy ordenada. Destacar, además, que el autor sabe contrastar el lenguaje actual de Marcos Andrade con el que utilizan los personajes en 1916. Existe una gran diferencia en cuanto al léxico que utilizan en los diálogos en una y otra época. En la novela predominan las descripciones aunque también cuenta con bastantes diálogos.
La estructura de la novela me ha resultado bastante ordenada. Los capítulos en los que se divide el libro tienen una temática concreta, por decirlo de alguna manera, y esta viene sintetizada en su título. Es decir que cada capítulo se ocupa a un aspecto concreto del viaje o una experiencia determinada que vive el protagonista. Un aspecto que me gusta del estilo del autor es que a la hora contar no da rodeos ni se entretiene de forma que no hace esperar al lector de forma inútil.
Quizás es en las últimas páginas del libro donde exista más acción para terminar la historia y atar todos los cabos sueltos con un final que consigue dejar un buen sabor de boca. No habrá ningún giro espectacular que deje sorprendido al lector pero termina de una forma agradable y dentro de lo que cabe, creíble.

Conclusión
El pasajero del tiempo es una novela muy entretenida no sólo para disfrutar de una historia con muchísima fantasía sino que a la vez resulta muy instructiva y cuenta con una buena dosis de romanticismo.

Muy recomendable para los que busquen una historia diferente, que te haga soñar y vivir una época pasada.


** Gracias a Francisco Arsis por facilitarme su lectura.