Título: Perro ladrando a su amo
Autor: Javier Sánchez
Publicación: Eolas, 2018
Páginas: 198
Al también extremeño como yo, Javier Sánchez le conocí
con otro de sus trabajos titulado Manual de pérdidas. Una novela muy emotiva
que me hizo reflexionar a través de un personaje que emprende su último viaje
vital. Esta novela fue premiada, como muchas otros trabajos del autor, y al
igual que lo ha sido Perro ladrando a su amo, que se ha hecho con el VII Premio
de Novela Corta Fundación MonteLeón.
En dicha novela el autor cruza diversos y variados
personajes en unos escenarios comunes y concretos. En un mismo barrio de Madrid
cohabitan, se entrecruzan y se relacionan de diversas maneras y a diversos
niveles. Entre ellos nos encontramos con Casilda, una anciana que espera a su
hijo desde hace varios años y de quienes los jóvenes del barrio se ríen. Detrás
de esta mujer que parece torpe, perdida y que recoge lo que ya nadie quiere se
esconde una historia muy dura.
Eduardo es un joven universitario respetado por sus compañeros
por dotes oratorias y su capacidad de convencer, algo que sería positivo si no
fuera porque no transmite el mensaje adecuado y no se relaciona con quien debe.
Forma parte de un grupo al que mucha gente teme. Sus padres están cansados de
que se meta en líos.
Quizás de alguna manera son los personajes más fuertes o
con más protagonismo en la novela pero hay secundarios muy interesantes. Como Armando,
que es locutor de radio y vive con su madre. A pesar de que en su trabajo es un
buen comunicador solo es capaz de hacerlo detrás del micrófono algo que se
vuelve imposible cuando tiene a una mujer delante. O como Fermín, a quien
llaman el Sapo, es un hombre al que la crisis de la construcción arrojó al
paro. Ahora su mujer y él se apañan con el sueldo del trabajo de ella pero su
relación cada vez está más demacrada.
Pedro ladrando a su amo es para mí fundamentalmente una
novela de un fuerte carácter urbano que toca temas duros y complejos pero que desgraciadamente
son tan reales como actuales. Entre ellos la violencia doméstica, las drogas, el
desamparo de las personas mayores, la falta de ideales de los jóvenes o lo que
es peor aún, su apoyo a causas o movimientos violentos, racistas u homófobos,
la marginación o los pocos escrúpulos de las grandes empresas ante la
fragilidad de los más débiles.
Y luego tenemos el variopinto entramado de las emociones
y relaciones que existen o surgen entre sus personajes. El cansancio, el
desamor, la soledad, el miedo y la frustración. ¿Pero es posible que, en semejantes
circunstancias, cuando todo lo que uno tiene alrededor es negativo aparezcan
buenos sentimientos? ¿Es posible pasar del odio al amor?
Yo diría que esta es una novela de personajes y que lo
realmente importante en ella no es la trama general de la novela sino las
historias particulares de estos. Cada una de ellas irá despertando en el lector
diversos sentimientos. Tristeza, lástima, empatía o rechazo. Pero sin embargo
también sucede que un mismo personaje nos puede causar sensaciones antagónicas
en momentos determinados ya que su autor los construye con matices, evitando
angelizarlos o demonizarlos por completo. Y es lo que sucede en la vida real. Que
según las circunstancias en que nos encontremos o las personas con quien
tratemos nos comportamos de una forma u otra.
Es una novela que a pesar de su brevedad (no alcanza más
de doscientas páginas) tiene una buena ambientación y unos personajes perfectamente
integrados en ella. Y como ya comprobé en Manual de perdidas su estilo
narrativo es pulcro, cuidado y elegante. Con una prosa certera que da justo en
el clavo, que cuenta lo preciso y omite lo que no interesa. Todas las historias
de los personajes van a ir a parar a mismo punto aunque en principio no podamos
imaginarlo.
Dicho todo esto, Pedro ladrando a su amo es una novela
que he disfrutado, que me ha parecido muy honesta, realista y auténtica. Sin fuegos
artificiales, sin vender humo y sin necesidad de impactar al lector consigue
atraparte entre sus páginas y que quieras saber cada vez un poco más de sus
personajes.