Título: La sonata sin nombre
Autora: Beatriz O´Shea
Publicación: Ediciones B, mayo de 2018
Páginas: 314
«Recuerdo el día en
que Andrei salió de nuestras vidas. El rostro de Catalina lleno de lágrimas.
Después de aquel verano, nunca volvió a ser la misma. Pero empecemos la
historia desde el principio...»
Madrid, 1953. En vísperas de su boda, que congregará a
la más alta sociedad madrileña, Catalina conoce casualmente a Andrei, un
carismático violinista de origen rumano. Aunque la atracción entre ambos es tan
fuerte que podría derrumbar todas las convenciones sociales, la relación
quedará interrumpida cuando el músico tenga que huir repentinamente de España.
Tras la muerte de
Catalina, más de cincuenta años después, su íntima amiga, la marquesa de Lezma,
decide contactar con una joven periodista para que la ayude a desentrañar un
secreto. El testamento de Catalina incluye una misteriosa partitura que debe
ser entregada a Irina, una virtuosa del violín a quien alguien parece tener
mucho interés en mantener oculta.
A través del relato
de la marquesa y de sus propias investigaciones, la periodista irá
desentrañando una historia que salta de los años de la posguerra a la
actualidad, enlazando una trama de intriga y espionaje con una emocionante
historia de amor imposible.
Mis impresiones
Esta es una de esas novelas que me entran directamente
por los ojos. Su sinopsis me invitó directamente a leerla tanto por la historia
que sugiere como por la ambientación temporal en que se desarrolla. Aquí os
cuento mis impresiones.
“El timbre del teléfono rompió el silencio
en el piso, al que apenas iluminaban ya los débiles rayos de sol del último
domingo de septiembre. Segundo tono. Los altos techos con molduras de escayola
y las paredes desnudas, salpicadas tan solo con algunos pósteres y fotografías,
ampliaban el ruido. Tercer tono. El sonido escapaba del salón inundando el
largo pasillo, dejando atrás la cocina y el pequeño cuarto de baño, asomándose
a los dormitorios, chocando al fin contra la puerta de entrada”
La novela arranca cuando Elena Verdes-Monteoliva recibe
una llamada que, aunque no tiene nada que ver con ella, no la deja indiferente.
Se trata de una mujer que dice ser la marquesa de Lezma y que busca a una joven
violinista llamada Irina Ionescu para hacerle llegar la herencia de una amiga
muy querida y cercana. La joven es un portento musical y estudia en la Fundación
Verdes-Montenegro. Elena nunca ha escuchado hablar de ella y tampoco tiene
relación con la fundación. Si es cierto que lleva el mismo apellido porque es
familia pero tan lejana que han perdido el contacto.
A pesar de ello decide ayudar a la marquesa viuda y se
pone manos a la obra para encontrar a la joven violinista. Sin embargo no
parece una tarea fácil ya que nadie quiere facilitarle su paradero. Con el
tiempo comienza a sospechar que alguien está demasiado interesado en mantener a
Irina alejada de todo el mundo. ¿Qué está ocurriendo?
Este es el inicio de la historia pero también la excusa
que sirve a la autora para trasladarnos al Madrid de los años cincuenta y
conocer la historia de una joven llamada Catalina y un violinista rumano
llamado Andrei Popescu, que en plena posguerra inician una relación amorosa que
no terminará con final feliz.
La sonata sin
nombre es una novela que nos relata una gran historia de amor imposible y
es a la vez una novela con cierta intriga. Del presente viajamos al pasado para
comprender la historia de sus personajes que nos llevará a conocer el porqué de
ese título.
La historia se desarrolla a través de dos líneas
argumentales principalmente que se van desarrollando de forma alternativa. Una
es la de Elena, en el presente, intentando desentrañar todos los secretos que
rodean a la joven Irina. Sobre todo la razón por la que alguien quiere
mantenerla alejada del mundo. En ella un narrador omnisciente nos va dando
cuenta de todo lo que va sucediendo. Y la otra, narrada en voz de uno de los
personajes y retrospectiva, nos remonta a los años cincuenta en la que el
contexto político y social tiene gran importancia. Esta es la parte que más me
ha gustado sin duda y la que ha captado totalmente mi interés hasta el punto en
que ha llegado a eclipsar a la del presente que por otro lado, en mi opinión,
tarda demasiado en arrancar.
En España en 1953 la sociedad estaba marcada por el
régimen franquista. Mucha gente lo aceptaba y lo apoyaba y otros, en cambio,
lucharon contra el régimen. Y lo hicieron bajo el anonimato, a hurtadillas y
corriendo sus vidas peligro. Porque no podían estar de acuerdo con la represión,
con el silencio y el modo de vida que se imponía a la sociedad. Una sociedad
que diferenciaba al que era rico y se movía en círculos selectos y al que no
tiene nada. Una sociedad de privilegios e injusticias para unos y otros.
Y en estos círculos se mueven unos personajes que quedan
bien definidos, aunque es cierto que aportan mayores elementos interesantes los
que aparecen en la trama del pasado. Elena, un joven periodista que trabaja en
un diario de distribución gratuita, es el personaje que lleva la batuta en el
presente y comenzará a investigar que ocurre en la Fundación Verdes-Montenegro.
Y a través de la marquesa viuda de Lezma, a quien conoceremos en presente y
pasado, conoceremos la historia de Catalina y Andrei, que vivirán una bonita e
intensa historia de amor. Pero no de esas almibaradas ni exacerbadas ni no una
historia con un realismo marcado y muy bien conseguida. Pero también tendrá la
oportunidad de conocer a la rama de su familia con la que nunca ha tenido
trato. A Alejandro Lledó y Cecilia Verdes-Montenegro, así como sus hijos Blanca
y Alejandro. A través de estos personajes y alguno más que no quiero nombrar
encontraremos diferentes historias de amor, de lealtades, de compromiso, de
creencias, de ambición, etc… Parece que hay muchos personajes sus tramas están
bien entrelazadas y con coherencia.
La novela está narrada de forma tranquila, cuidada y con
cierta fluidez. Se nota que la autora ha puesto mimo en cuidar personajes y escenarios,
aunque también tengo que decir que alguna información me ha sobrado con
respecto a personajes que no tienen aparición en la novela. Con el paso de las
páginas la intriga se va acrecentando para al final descubrir una trama que
tiene mucha miga y en la que podría haberse detenido un poco más.
Conclusión
La sonata sin
nombre es una lectura agradable y relajada que deja un buen sabor de boca. Una
novela que nos narra una gran historia de amor y a la vez tiene intriga.