Páginas

viernes, 16 de marzo de 2018

El último magnate - Francis Scott Fitzgerald



Título: El último magnate
Autor: Francis Scott Fidgerald
Publicación: Navona, diciembre de 2017
Páginas: 192

Monroe Stahr es el productor más influyente y poderoso de Hollywood. Su mujer, Minna Davis, una actriz de un talento y belleza excepcionales, de la cual él estaba profundamente enamorado, ha muerto. Stahr vive ahora sólo para el cine. Una noche, a causa de un terremoto, los estudios se inundan y él ve de lejos el salvamento de dos mujeres que estaban visitando los platós. Una de las dos se parece extraordinariamente a Minna. Identificada la misteriosa joven, Kathleen, Stahr iniciará una intensa y desesperanzada relación amorosa con ella. La habilidad de sus movimientos de seducción no serán menores que el empeño que pone en lograr la perfección en las escenas de sus películas.

Fitzgerald quedó fascinado por el mundo del cine y ambicionó escribir la gran novela de Hollywood. Murió el 21 de diciembre de 1941 de una crisis cardiaca, dejándola inacabada.

Mis impresiones

Ya había conocido a este autor por El gran Gatsby y Suave es la noche y me pareció interesante la idea de leer la última novela que escribió a pesar de que la dejó inconclusa. Francis Scott Fidgerald, del que se dice que es el mejor retratista de la alta sociedad estadounidense del silgo XX, murió repentinamente de un paro cárnico cuando la estaba escribiendo. La edición de Navonna, que es la que he leído, con anotaciones incluidas, está basada en la versión de Edward Wilson de 1941 y contrastada con la de Bruccoli, de 1993. Pero la novela tiene un final que se ha podido determinar gracias a las anotaciones que el autor había dejado.

“Aunque nunca he aparecido en la gran pantalla me crie en el mundo del cine. Rodolfo Valentino vino a la fiesta de mi quinto cumpleaños, o al menos eso me contaron. Si escribo esto es solo para constatar que antes incluso de tener uso de razón, ya me hallaba en la posición de entender la maquinaria del negocio”

La historia comienza cuando Cecilia Brady, la hija de un productor de cine, coincide en un vuelo con Monroe Stahr, que también está asociado con su padre. Mientras Brady es un hombre con poco talento que no sabe demasiado de la industria cinematográfica Stahr es un gran productor de cine que gracias a su talento, a su intuición y su empeño se ha convertido en una de las figuras más importantes e influyentes de la esfera hollywoodiense.

Una noche un terremoto rompe una cañería de unos estudios que se anegan de agua. En esas circunstancias tienen que sacar precipitadamente de allí a dos actrices. Poco tiempo después Monroe se reencontrará con una de ellas. La joven Kathleen se parece de forma excepcional a su fallecida esposa Minna, de la cual estaba tremendamente enamorado, y Stahr comienza una desesperada lucha por conquistar a la joven, aunque está no se lo pondrá demasiado fácil.

En mi opinión cuando te enfrentas a una lectura que no ha sido acabada y matizada por su autor hay que tenerlo en consideración a la hora de leerlo. Quizás por ello no me ha parecido la mejor novela del autor. Obviamente le falta ese proceso de afinado y pulido pero aún así en un trabajo interesante y agudo.

Según nos cuenta Dolores Ortega en el epílogo de la novela, Fidgerald se fascinó con el mundo del lujo, los viajes y el desenfreno en los años veinte hasta terminar en un espiral de decadencia. En la Gran Depresión americana fue contratado por la Metro para trabajar. Y se quedó fascinado con el mundo que se escondía tras la gran pantalla. Ya de hecho la figura del personaje estrella de la novela se inspira en Irving Thalberg, jefe de producción de los estudios Universal.

En El último magnate retrata con bastante certeza como se desarrollaba la vida en Hollywood en los años treinta. Los grandes productores, las actrices, los ayudantes, lo que hay detrás de los escenarios, como se tomaban las decisiones así como la ambición, el dinero, los vicios y las relaciones personales entre unos y otros. Y me ha gustado sumergirme en ese mundillo tan peculiar. El cine es otra de mis grandes aficiones.

 Stahr es una figura rotunda. Un hombre muy importante y poderoso, un apasionado del cine pero también un hombre desgraciado que ha perdido a bella esposa. Y no es que no tuviera oportunidades de rehacer su vida sino que no le interesaba. Para paliar estos sentimientos se vuelca en trabajo hasta la extenuación pero todo ello da sus frutos. La joven Cecilia está enamorada de él pero este solo tiene ojos para la joven que le recuerda a su esposa. Así la novela también trata sobre un amor desesperado como quien se aferra a lo último que cree poder tener.

La novela está escrita de una forma muy similar a la forma en que se hace un guion de cine. Su desarrollo se basa en una serie de escenas conectadas. Una estructura que hay que hilar muy bien para que una novela tenga un sentido general y coherente. Esta estructura está aderezada con una forma de narrar afilada, contundente y en la que los diálogos tienen un punto de ironía y sagacidad. No es difícil ir visualizando esta historia a pesar de que no hay demasiadas descripciones y si las hay son concisas y muy definidas.

Será a través de dos voces narrativas. Una de ellas, y en primera persona, es Cecilia que es un personaje que nos da una visión curiosa. Porque a través de sus palabras vemos el interior y el exterior a la vez del contexto que viven sus personajes. Su voz no está exenta de cierta crítica. El otro narrador es una voz en tercera persona que focaliza la acción en Stahr y a través del cual conoceremos mejor al personaje y esa historia de amor no exenta de complicaciones.

En 1976 el director Elia Kazan llevó esta novela al cine (no es única del autor que tiene su versión en la gran pantalla) con actores de la talla de Robert de Niro, Jack Nicholson, Jeanne Moreau o Tony Curtis entre otros famosos nombres.

Conclusión

El último magnate es una novela que nos acerca al mundo del cine en los años treinta ofreciéndonos una imagen de este mundo pero también es la historia de un hombre en soledad que busca desesperadamente una quimera.