Título: Muertes
pequeñas
Autora: Emma Flint
Publicación:
Malpaso, enero de 2018
Páginas: 357
En Queens, en el mes julio de 1965, las calles
arden a causa de una ola de calor. Ruth Malone, una joven madre del barrio, se
levanta una mañana y descubre la puerta de la habitación de sus dos hijos
pequeños abierta de par en par. Han desaparecido.
No hay peor pesadilla para una madre, pero Ruth
Malone no es como las otras. Siempre perfectamente maquillada, vestida de forma
provocativa, la policía encuentra botellas vacías de alcohol por todo su
apartamento… los detectives que siguen el caso hacen las suposiciones más
obvias, ayudados por los cotillas y envidiosos del vecindario.
Pete Wonicke, un periodista inexperto al cargo
de cubrir su primer caso importante, no puede evitar llegar a esas mismas
conclusiones. Sin embargo, cuanto más tiempo pasa con Ruth, más se da cuenta de
que los policías no siempre son los buenos y de que las obsesiones personales
de ciertos detectives pueden estar influyendo en la investigación. Ruth Malone
es fascinante, un reto y un misterio, pero ¿sería capaz de matar a sus propios
hijos? Basada en hechos reales, Muertes
pequeñas nos cuenta una historia de amor, moralidad y obsesión, y
analiza la capacidad que tiene todo ser humano para el bien y el mal.
Mis impresiones
Me pareció muy
interesante la sinopsis de este libro y sobre todo el hecho de que Emma Flint,
su autora, se haya inspirado en un caso real para escribirla. Se trata del caso
de Alice Crimmins que también me ha resultado interesante conocer. Tuvo conocimiento
de él cuando solo contaba con dieciséis años y parece ser que nunca llegó a sacárselo
de la cabeza.
“Las
escasas noches en las que consigue conciliar el sueño, vuelve a ponerse en la
piel de la mujer que fue.
Por aquel entonces rara vez dormía con un
camisón limpio, la almohada mullida y la cara brillante, embadurnada de crema.
Algunas veces se despertaba en una cama revuelta, con alguien que roncaba a su
lado; otras muchas lo hacía sola, en el sofá, rodeada de botellas casi vacías y
ceniceros casi llenos, con la piel saturada del humo rancio y el maquillaje del
día anterior, el cuerpo dolorido, la mente vacía. Entonces se incorporaba con
una mueca, consciente del dolor que sentía en el cuello y del sabor triste y
agrio en la boca”
La historia se
desarrolla en Queens en el año 1965. Ruth Malone, a sus veintiséis años es
madre de dos niños y separada desde hace más de un año de su marido, Frank, con
quien lucha por la custodia. Trabaja por las noches en un bar con el que apenas
consigue mantener la casa ya que los cheques de su ex marido nunca tienen
fondos. Una mañana cuando se levanta descubre que sus dos hijos, Franckie, de
cinco años, y Cindy, de cuatro, no están en sus habitaciones. Han desaparecido
sin dejar rastro.
Desde ese momento
comienza la pesadilla para Ruth que se enfrenta a la preocupación por sus hijos
con la policía encima de ella ya que piensan que es la principal sospechosa.
Además todo el mundo comienza a juzgarla en un caso que se hará muy mediático.
En medio de todo
ello nos encontramos con un periodista llamado Peter Wonickle, que a pesar de
llevar dos años trabajando para aun periódico aún no ha conseguido hacerse con
un artículo importante. Con la aparición del caso Malone piensa que puede ser
la oportunidad de su vida y lo que comienza como una simple investigación para
conseguir el titular de su vida va tomando otros carices más personales.
Muertes pequeñas no es solo una interesante e intrigante novela
que funciona como un thriller psicológico en la que poco a poco el lector va a
descubrir dónde están los niños y porque han desaparecido. Y también si Ruth,
la principal sospechosa de la policía, es culpable o inocente. Una novela con
un inicio potente y lleno de tensión que nos va a dejar imágenes muy duras. ¿Qué
puede haber peor que un delito contra dos niños?
Pero como os decía
es una novela que va más allá y que analiza con mucha profundidad el juicio de
valores que los demás emiten simplemente formados a partir del aspecto físico o
de la actitud que uno muestra al exterior. Hay ciertos comportamientos que no
se perdonan. En el caso de Ruth es una mujer consciente de su atractivo, le
gusta maquillarse, vestirse e ir perfectamente arreglada. Quiere sentirse atractiva
y deseada por los hombres. No quiere dar una imagen de vulnerabilidad. Un
perfil que para la policía, para sus vecinos y para la prensa deja claro que
esa mujer no tiene escrúpulos, que es culpable y que tiene que ser castigada. Una
historia donde la doble moral y la hipocresía mueve a muchos de estos personajes.
Ruth es la
protagonista, casi de forma indirecta, al quien conoceremos en parcelas muy
limitadas y concretas con lo cual la autora consigue mantener el suspense y
cierto misterio alrededor del personaje manteniéndola en esa dualidad y
permitiendo incuso que el lector también pueda entrar a juzgarla. Su comportamiento
no es quizás el más esperado dada su situación. Acaba de perder a sus dos hijos
y ella se mantiene incólume, entera y firme. No desatiende su atuendo ni sus
formas. Pero ¿Cómo actuará Ruth en la intimidad? ¿Será ese comportamiento un
indicio de la culpabilidad?
Un personaje con
mucho peso en la novela es el joven periodista Peter Wonickle, cuya carrera
está demasiado estancada. Intentando sobresalir por fin decide hacerse con el
caso y pronto se obsesionará con conocer más de cerca a Ruth y averiguar la
verdad. Poco a poco va sumergiéndose en las intimidades de esta madre y
cambiando su percepción sobre ella. En el bando opuesto está el inspector de policía
Devlin que a toda costa quiere demostrar la culpabilidad de esa mujer cuya vida
es caótica y libertina.
Algo que hay que resaltar
en la novela es el contexto social en que se desarrolla y gracias al cual la
autora es capaz de crear un micromundo muy bien definido. Un pequeño barrio en américa
en los años sesenta en el que los vecinos creen conocer a los demás aunque no
hayan cruzado más que un par de saludos o palabras con ellos. Las mentiras, las
obsesiones, los juicios propios de valor o la religión tienen mucha importancia
en esta historia y determina su carácter. La sensualidad y sexualidad de Ruth no
está bien vista en un lugar de vecinas ataviadas con bata y rulos y sobre todo
no parece encuadrar en el rol de madre que todo el mundo tiene en la cabeza.
Muertes pequeñas es una novela que mantiene el suspense desde
la primera hasta la última página a pesar de que la autora no se guarda todo
hasta el final de la misma. Iremos conociendo como es la vida de Ruth, antes y después
de la desaparición de los niños, asistiremos a la investigación de la policía,
presenciaremos el juicio al que es sometida.
Con un estilo ágil
y cuidado, cambios de perspectiva y de tiempo que nos llevan a diferentes puntos
de la historia iremos sumergiéndonos y viéndonos atrapados en esta historia que
nos tiene despistados hasta el último momento. Hasta que su autora por fin
descubre la caja de Pandora y nos revela todo lo que hay dentro. Un final que
me ha gustado y que no resulta rocambolesco ni extraño.
Conclusión
Muertes pequeñas es un intrigante y tenso thriller psicológico
además de una novela que pone en relieve los prejuicios y los juicios de valor
que emitimos sobre los demás. Una novela que sin duda recomiendo.