Título: El jardín de Sonoko
Autor: David Crespo
Publicación: Suma, septiembre de 2017
Páginas: 273
Una historia de
amor poco convencional. Una fábula moderna ambientada en un Japón mágico que
nos enseña que hay seres abocados a estar juntos pase lo que pase.
Kaoru, un vendedor
de zapatos de Kioto, se sirve de la maniática regularidad con que rige su vida
como escudo protector frente al mundo, pero sobre todo frente a sus propios
recuerdos, los que le llevaron a pasar cinco años aislado en una habitación.
Y todo funciona
según lo previsto hasta que su compañera de trabajo, Sonoko, inesperadamente le
invita a salir. A la mañana siguiente, y por primera vez en tres años, Kaoru,
olvidará tomar dos de sus cinco tazas de té, levísimo primer síntoma de un
imparable efecto mariposa que le obligará a desenroscarse de forma traumática
para ir en busca de su destino, ese invisible hilo rojo que como reza la
leyenda, conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar
tiempo, lugar o circunstancias.
Mis impresiones
Existe una leyenda oriental que cuenta que las personas
que están destinadas a conocerse están unidas por un hilo rojo invisible desde
su nacimiento. No importa lo que estas personas hagan ni lo mucho que se alejen
la una de la otra porque este hilo nunca se romperá. La leyenda tiene su origen
en la historia de un emperador que ordenó a una bruja –que tenía la capacidad
de ver el hilo- que buscara el extremo donde se encontraba el suyo. Pero al
emperador no le gustó lo que vio al final del hilo y obró en consecuencia. Años
más tarde se daría cuenta de lo que hizo. No voy a entrar en más detalles
porque sobre esta idea ha construido David Crespo su primera novela que además
nos cuenta la leyenda al completo en su interior.
“Una vez pasada la entrevista, las únicas
condiciones que me pusieron hace tres años para entrar definitivamente en la
empresa fueron dos: tenía que ser muy puntual y no podría trabajar si no
utilizaba camisa blanca, corbata y pantalón oscuro. Ninguna supondría un
problema.”
Karou Nakamura es un joven que trabaja en la sección de
zapatería de unos grandes almacenes. A sus veintiocho años es metódico,
rutinario y bastante cuadriculado. Se sirve de esa rutina para mantener su vida
y su alma en paz ya que durante cinco años fue hikikomori. Esto es un trastorno psicológico que hace que las personas
que lo sufran se recluyan y se aíslen del mundo. Pero ¿Qué puede haber vivido
este joven para que llegar a desconectar del mundo de forma voluntaria?
La vida de Karou funciona como un reloj, se levanta
siempre a la misma hora, toma sus cinco tazas de té y por supuesto siempre llega
al trabajo a las nueve exactas. Sin embargo, uno de esos días Sonoko, una
compañera de trabajo, le invita a ir a un karaoke. Una oferta que él rechaza –rompería
sus esquemas asistir a una fiesta- pero que al día siguiente comprobará que ha
tenido efecto en su cotidianidad. Por primera vez olvida tomar sus cinco tazas
de té, llega antes al trabajo, se produce un grave accidente de tráfico delante
de sus narices y cuando llega al trabajo Sonoko ha desaparecido. Una cadena de
acontecimientos que perturban su paz interior.
De esta forma Karou emprende una búsqueda de la muchacha
que le hará volver atrás en su vida y remover acontecimientos que tenía
apartados y creía controlados.
A través de este argumento vemos como Karou, el protagonista,
va saliendo de esa zona de confort que le mantiene seguro y tranquilo y se
adentra realmente en lo que es la vida. Las relaciones con los demás, las
preocupaciones por las personas de su entorno y buscará el amor. Un sentimiento
que hasta ese momento había permanecido inerte en su interior. Porque hasta
entonces había vivido al margen de todo inmerso en una burbuja que había creado
el mismo.
Y El jardín de
Sonoko es una historia de amor pero no una historia romántica al uso. No tiene
el típico desarrollo que yo esperaba. Es una novela original pero quizás
también algo extraña. Su trama se va haciendo más interesante conforme avanza,
vemos que su desarrollo se va complicando y que las cosas no son lo que en
principio parecían. Algo que me ha gustado. Y todo gira en torno al hilo rojo –
con ese toque místico que nos puede aportar la cultura japonesa- ese que os
comentaba al principio que al final representa nuestro destino al cual estamos
ligados. También es una especie de fábula que nos dice que hay que vivir la
vida, abrirse a los demás y arriesgarse.
Karou, el protagonista de la novela, es un personaje
especial. Es excéntrico, excesivamente metódico y para las personas como yo,
que somos pura anarquía, puede resultar un poco estresante al principio. Aunque
poco a poco iremos comprendiendo sus razones y vemos cómo va evolucionando.
Sonoko también es un personaje cargado de misterio y con muchas emociones. Representa
todo lo contrario al Karou. Si él es mente, ella es puro corazón. Una joven
enferma que desaparece de la noche a la mañana. Comprender el misterio que guarda
este personaje será uno de los puntos fuertes de la novela. Claro que hay más
personajes en la novela que serán vitales para su desarrollo.
La agilidad, la sencillez y la fluidez con el que el
autor narra la historia hacen que su lectura sea muy fresca y liviana además de
que está narrada con unas formas cuidadas. Es Karou en primera persona quien
nos la va a relatar por tanto solo conoceremos la historia desde su perspectiva
y descubriendo cosas a medida que lo hace él. La música juega un papel
importante en la vida de los personajes y las referencias a ella son
constantes.
Quizás lo que me ha costado asimilar son las excesivas
casualidades que nos vamos a encontrar dentro de la historia y alguna que otra
situación demasiado rocambolesca en mi opinión que aunque tienen su porque no
me han terminado de encajar. O al menos no se han adaptado a lo que yo tenía en
mente. Si os decía antes que es una novela que va de menos a más el final es
quizás lo que más me he gustado del libro y me ha dejado un buen sabor de boca.
La novela se ambienta en Japón pero a mí quizás me ha
faltado algo para que me transportara a ese lugar. Los escenarios están ahí y bien descritos y
sin embargo no he terminado de ver esa idiosincrasia oriental. Suelo encontrar
diferencias entre los autores japoneses y los que siendo de otros lugares escriben
sobre Japón.
Conclusión
El jardín de Sonoko
es una lectura agradable y fluida en la que su autor toma como base la idea del
destino y lo que este nos tiene reservado. Una novela de formas cuidadas y unos
personajes bien definidos.