Título: Amor en minúscula
Autor: Fransesc Miralles
Publicación: Suma, junio de 2016
Páginas: 295
Cuando
Samuel, un solitario profesor de lingüística, se despierta el día de Año Nuevo
está convencido de que este solo le traerá verbos pasivos y no demasiados
momentos en cursiva, hasta que un visitante inesperado se cuela en su
apartamento de Barcelona y se niega a salir. La aparición de Mishima, un gato
callejero, se convierte en el catalizados que hace viajar a Samuel desde la
comodidad de sus libros favoritos, sus películas extranjeras y su música
clásica hasta lugares en los que nunca ha estado (como la casa de al lado) y
hasta gente que nunca pensaría haber conocido (como un vecino con el que no
había intercambio ni una palabra). Pero aún hay más: el gato lo reencontrará de
nuevo con una misteriosa mujer de su pasado. Gabriela, a quien no tenía esperanzas
de volver a ver.
Una
inteligente, divertida y tierna historia que conmoverá al lector y le desvelará
que los mínimos detalles son el mayor secretos de la felicidad.
Mis
impresiones
Amor
en minúsculas fue publicada por primera vez hace
diez años y para su autor supuso la obra con que se estrenaría en el mundo de
la literatura para adultos. La novela fue todo un éxito de ventas convertida en
todo un best-seller, llegando además a traducirse a 23 idiomas. La novela tiene
una continuación que se titula Wabi-Sabi
y que estoy deseando leer.
“Faltaba un suspiro para
que se acabara un año y empezara otro. Inventos humanos para vender
calendarios. A fin de cuentas, nosotros hemos decidido arbitrariamente cuando
empiezan los años, los meses, incluso las horas. Ordenamos el mundo a nuestra
mediad y eso nos tranquiliza. Quizá, bajo el aparente caos, el universo tenga
un orden después de todo, Pero sin duda no será el nuestro.”
A sus treinta y siete años Samuel, el
protagonista de esta historia, es una persona con una vida simple y anodina. Es
profesor de lingüística, vive solo en su apartamento y apenas tiene vida social
más allá de lo imprescindible. Cuando se despierta el día de Año Nuevo y en
contra de todo lo que Samuel puede imaginar, sucede un pequeño acontecimiento
que va a trastocar toda su vida. Y es que cuando Mishima, un gato callejo, se
cuela en su apartamento comenzarán a sucederse una serie de acontecimientos que
le llevarán a entablar una relación con Titus, un vecino con el que hasta ahora
no había conocido, a reencontrarse con una mujer del pasado y a conocer a
Valdemar, un físico lunático.
Imaginaba que Amor en minúscula iba a ser ese tipo de historias ligeras que en
verano nos ayudan a relajarnos y por las que pasamos sin más pero la verdad es
que ha sido una gran sorpresa encontrarme con esta novela en la que he
encontrado mucho más de lo que esperaba. Quizás por su título pensaba que esta
novela sería otra historia más de amor pero aunque es cierto que esta forma
parte de ella sin ser el principal objetivo. Su título hace referencia a todas
aquellas pequeñas cosas o actos que sin darnos cuenta pueden cambiar nuestras
vidas y llevarnos por diferentes caminos. No solo los grandes acontecimientos
pueden dejar huella y transformarnos.
Esta es una novela que ha supuesto un
soplo de aire fresco en mis lecturas. Me ha resultado una historia sencilla (no
tiene una gran trama) pero muy ingeniosa, tierna y entretenida que me ha
encantado leer. Además te ofrece la posibilidad de reflexionar sobre aspectos
esenciales de la vida. Nuestros objetivos, sobre las personas que nos rodean,
sobre que es importante ir a buscar lo que uno necesita porque si tomamos una
actitud pasiva nunca lo conseguiremos. Esta novela nos invita a examinar lo que
tenemos, a mirar lo que hay ahí fuera y comenzar a buscar el camino que nos
lleve a la felicidad. Y aunque pudiera parecer este no un libro de autoayuda a
pesar del mensaje que esconde. Sino una historia de amor, amistad, de valentía,
sobre el destino o las casualidades.
“Una vez oí decir que cuando
te enamoras de alguien, en realidad no estás enamorado de esa persona, sino de
la vida a través de ella.”
(Página
240)
Es lo que le ocurre a Samuel, un
profesor de filología alemana que tiene treinta y siete años, que pasa
demasiado tiempo encerrado en casa y cuando no lo dedica a leer o escuchar música
está completamente imbuido en su trabajo. Nunca se relaciona con nadie hasta
que sucede un pequeño acontecimiento que le impulsa a salir de casa y ver el
mundo exterior así como conocer o reencontrarse a ciertas personas que le
influirán mucho. Por ejemplo, Titus, el vecino de arriba con el que nunca se
había relacionado y ahora este le pedirá un gran favor. O Gabriela una mujer a
la que conoció siendo ambos tan solo unos niños y con quien ha vuelto a
reencontrarse (pero ¿se acordará ella de él?) o Valdemar un misterioso hombre
embarcado en la escritura de un extraño manuscrito. Son todos ellos personajes
con los que el lector puede simpatizar y que no es necesario que el autor retrate
con profundidad para ello ni que el lector se sienta identificado con ellos. DE
hecho no me siento particularmente conectada con el estilo de vida de Samuel.
“¿Por qué existe el término
«huérfano» para un niño que pierde a su madre, y no hay término para la madre
que pierde a su hijo? ¿Es que sufre menos?”
(Página
218)
La novela está narrada en primera
persona por Samuel, su protagonista, a través de un estilo desenfadado, y a la
vez cercano y pulcro pero también muy personal; podríamos incluso pensar que es
una historia intimista donde las reflexiones son abundantes y muchas frases
para llevarse y apuntar que están cargadas de significado. Y a pesar de ello no
pierde agilidad en ningún momento. En la novela está muy presente la literatura
así como la música a través de muchas alusiones que hace el personaje a libros,
a frases de escritores o poetas, canciones de música clásica.
Conclusión
Amor
en minúscula es una historia muy personal, peculiar
e ingeniosa que nos habla de cómo una cosa tan pequeña como un simple platito
de leche puede cambiar nuestra propia vida. Novela fresca, de ágil lectura pero
con contenido profundo del que cualquier lector encontrará un mensaje claro.