Título: La estación de las flores en llama
(Trilogía del Fuego I)
Autora: Sarah Lark
Publicación: Ediciones B, octubre de 2015
Páginas: 840
Mecklemburgo, 1837:
el sueño de una vida mejor convence a los familiares de Ida de emigrar a Nueva
Zelanda. Pero cuando el barco Sankt Pauli llega por fin a la Isla Sur, a todo
su pasaje le espera una sorpresa desagradable.
¿Así es realmente la
tierra prometida? Pronto el destino de Ida toma un giro tan inesperado como el
de su amor secreto hacia Karl. Y por algún motivo, en esa tierra Ida solo
encuentra amistad y protección en la exótica y singular Cat, una chica criada
entre maoríes… Hasta que llega la noche de la gran inundación.
Sarah Lark, la
aclamada autora de En el país de la nube blanca, vuelve con su mejor saga
familiar ambientada en Nueva Zelanda. Una epopeya tan emotiva como fascinante
que transcurre en las antípodas, por la escritora que ya ha seducido a más de
ocho millones de lectores en todo el mundo.
La Trilogía del
Fuego está considerada la mejor obra de Sarah Lark, autora con más de ocho
millones de lectores en todo el mundo, de los cuales un millón y medio en
castellano.
Mis impresiones
La estación de las
flores en llama es el título que da comienzo a la nueva trilogía (Trilogía del Fuego) de la autora
Christiane Gold que escribe novelas de paisajes con el seudónimo de Sarah Lark.
Sabéis que por mis manos han pasado ya el resto de sus bilogías y trilogías y a
pesar del número de páginas que tienen son novelas tan entretenidas que vas
leyendo sin darte cuenta. Por alguna razón esta autora ha conseguido más de
ocho millones de lectores en todo el mundo. En esta ocasión Ediciones B me ha sorprendido
con una edición de lujo, en tapa dura y una portada absolutamente preciosa.
La historia da comienzo en 1837 en Mecklemburgo
(Alemania). Allí en una pequeña comunidad de luteranos de ideas férreas, Karl
es un joven jornalero que se gana la vida como puede a expensas de los
arrendatarios que le van ofreciendo trabajos esporádicos con los que apenas le
da para vivir. Sueña con Ida, la hija del herrero, pero es consciente de que
con su situación económica no puede aspirar a convertirse en el esposo de la
joven. Además esta ya ha sido prometida por su familia a Ottfried, un joven que
disfruta de un mejor estatus en la comunidad. Cuando se les presenta a todos la
oportunidad de viajar a Nueva Zelanda con la promesa de tierras fértiles en
donde labrarse una vida mejor deciden embarcarse en una aventura que en
principio les deparará una vida muy diferente a la que todos habían esperado. El
camino que allí encontrarán estará lleno de obstáculos.
Allí también conoceremos a Cat, una joven que ha
crecido en Nueva Zelanda y se ha instalado con una tribu maorí huyendo del prostíbulo
situado en una estación ballenera donde ha vivido con su madre hasta el
momento. Una joven para quien la libertad es un don muy preciado.
Hablar de Sarah Lark sin caer en los mismos puntos
ya comentados en anteriores reseñas es complicado porque esta sigue fiel a su
estilo y nos presenta una historia en que las aventuras y desventuras de sus
personajes se mezclan con el contexto y parte de la historia tan exótica de
Nueva Zelanda. En ella vamos a encontrar amores imposibles, matrimonios
obligados, amores rudos, historias de venganza, amistad, lealtad y superación
que es verdad que siguen en la misma línea que sus anteriores novelas pero con
tramas que no dan la sensación de estar leyendo siempre lo mismo y que resultan
muy entretenidas.
En muchas de sus novelas y tal como ocurre en esta
ocasión Nueva Zelanda es una protagonista más de la historia. En La estación de las llamas en flor me ha
gustado especialmente ver esos colonos que partieron de Alemania para construir
nuevas vidas allí desde cero con los problemas que se encontraron y como de la
nada intentaron establecer la misma comunidad que tenían en Alemania pero en
tierras neozelandesas. Una de las principales dificultades que se encontraron
fue encontrar tierras adecuadas donde establecerse y cultivar ya que tenían que
pactar con las tribus maoríes que eran sus propietarias. El hombre blanco
siempre ha intentado aprovecharse de ellos y estos responden de manera tajante
a sus engaños. Y esta es otra parte esencial en las novelas de Lark enfrentar
dos percepciones muy distintas del mundo con costumbres y cultura completamente
diferentes y que en la novela están perfectamente reflejadas.
Esta autora siempre nos muestra un colorido y
variado grupo de personajes en sus historias aunque el peso de las tramas suele
recaer en dos o tres ellos. En esta ocasión yo destacaría a Karl, Ida y Cat
como protagonistas de esta historia. Karl e Ida son dos jóvenes alemanes que
viven en una comunidad luterana muy cerrada y conservadora. Él es simplemente
un jornalero sin muchos recursos y ella es la hija de un herrero que disfruta
de una posición algo mejor. Así aunque
ambos están enamorados no podrán estar juntos. Ella tendrá que doblegarse a un
matrimonio que no desea y un hombre egoísta y tozudo y Karl tendrá que buscarse
la vida para sobrevivir de forma que se va haciendo a sí mismo y labrándose su
propio futuro. A lo largo de la historia sus caracteres van evolucionando y el
lector percibe claramente esos cambios que provienen de sus propias
experiencias. Al igual que le ocurre a Cat una joven neozelandesa que se
encuentra entre la cultura del hombre blanco y la maorí, entre lo terrenal y lo
espiritual que no acaba de encajar en ningún lado y tendrá que buscar su lugar
en el mundo.
En segundo plano nos iremos encontrando muy
diferentes y variopintos personajes que están al servicio de la historia y que
resultan fundamentales al interaccionar con los protagonistas y ser partícipes
de los rumbos que van tomando sus vidas como Ottfried Brandman, Jane Beit,
Chris Fenroy, etc.. Conforman elencos de hombres y mujeres muy distintos. Egoístas
o desinteresados, tercos o razonables, independientes y luchadores o
conformistas y trabajadores.
Como siempre el estilo narrativo de Sarah Lark es
sencillo y fluido con una perfecta combinación de narración y dialogo, con
diferentes subtramas y aventuras, con giros en su desarrollo que hacen de esta
una novela que a pesar de sus más de ochocientas páginas se lea sin darte
cuenta resultando tremendamente entretenida de principio a fin.
Conclusión
A pesar de que he disfrutado con todos y cada uno
de los libros de Sarah Lark La estación de las flores en llamas sería uno de
los que colocaría entre los primeros puestos. Si os gusta esta autora no os la podéis perder
y si aún no la conocéis es un libro perfecto para ello.