Título: La hija extranjera
Autora: Najat El Hachmi
Publicación: Destino, septiembre de 2015
Páginas: 240
Una chica nacida en Marruecos y criada en una ciudad del interior de Cataluña llega a las puertas de la vida adulta. A la rebelión personal que atraviesa cualquier joven, ella debe sumarle un dilema: salir o quedarse en el mundo de la inmigración. Algo estrechamente ligado al duro conflicto interno que le supone la posibilidad de romper el vínculo con su madre. La protagonista de esta novela es una joven brillante que, al terminar el instituto, se debate entre aceptar un matrimonio arreglado con su primo e irse a Barcelona para desarrollar su talento. La lengua materna, una variante del bereber, simboliza las dificultades de comunicación y el conflicto de identidad que la protagonista experimenta durante todo el relato, al tiempo que reflexiona sobre la libertad, las raíces, las diferencias generacionales y la compleja realidad personal, social y cultural que le impone su condición de inmigrante. A ello se le añade el complicado acceso al mundo laboral que afronta la juventud de hoy en día.
Una voz narrativa llena de fuerza que afronta las contradicciones que marcan su vida con honestidad, determinación y valentía; un monólogo sobre la familia y la intensidad de los lazos afectivos que nos unen a la tierra, la lengua y la cultura.
Mis impresiones
Este libro me llamó muchísimo la atención cuando conocí su existencia. Su enigmática portada con el rostro de una joven mirando hacia abajo y una sinopsis que promete emociones me llevaron directamente a su lectura. La autora es Najat El Hachmi, una joven que podríamos pensar que tiene mucho que ver con la protagonista de esta novela ya que como ella emigró desde Marruecos a Cataluña siendo niña. No sé si la novela tendrá algo de autobiográfica pero leyéndola me transmitía una increíble sensación de realismo, verdad y honestidad.
“No seré más para vosotros. Dese ahora seré para mí. Para mí o para quien quiera, pero no para ninguno de los que me queréis sesgada, escindida”
Con esta frase, tremendamente rotunda, comienza la protagonista de esta novela a narrarnos su historia. A contarnos que es una joven marroquí de diecinueve años que ha emigrado a una ciudad de Cataluña junto a su madre. Es una joven inteligente, curiosa y despierta que está conociendo el mundo con los mismos ojos que miran los de cualquier adolescente como ella pero su educación entre dos culturas completamente opuestas le lleva a debatirse en un constante conflicto interno. Sobre todo cuando llega el momento de elegir entre vivir su propia vida en la que le gustaría estudiar, enamorarse y ser independiente o aceptar el matrimonio concertado con un primo y acatar las normas de su comunidad.
Hay libros que al leerlos no te dejan indiferentes y La hija extranjera es un relato intenso y profundo que con una gran carga emotiva nos rebela una realidad apabullante. La hija de la extranjera es una especie de introspección interior a modo de diatriba que la protagonista realiza contra ella misma y contra el mundo. Palabra a palabra nos va desvelando sus sentimientos más profundos, sus emociones, los dilemas y las preocupaciones a los que se enfrenta y las huellas que los demás van dejando en ella además de realizar una crítica brutal a la sociedad y la religión.
La novela tiene una gran carga social y en ella la protagonista nos hace participes de la dificultad y las barreras que le genera ser una joven inmigrante que comienza incluso desde el aprendizaje de su lengua materna. Hay conceptos o palabras que no se pueden traducir y la joven tiene que aunar el pensamiento en bereber con su nueva identidad como inmigrante. Nunca me había parado a pensar en ello, si nuestra lengua ya nos determina una forma de vida, de expresión y que determina la relación con los demás. A la vez reflexiona sobre muchísimos temas que atañen a la mujer, a la cultura, la sociedad, al sexo, la integración y las relaciones humanas haciendo hincapié en los problemas con los que se encuentra la comunidad marroquí en nuestro país tales como las ideas preconcebidas que tenemos de ellos, la dificultad para encontrar trabajos de responsabilidad o lo complicado que les resulta incluso encontrar una vivienda.
De una cultura que ha aprendido de su madre en que la mujer principalmente está orientada a casarse y tener hijos, a obedecer a la familia, a ponerse un pañuelo en la cabeza a una completamente distinta en que la mujer decide si casarse, si tener hijos, en la que tiene opción a estudiar y desarrollar una profesión y en definitiva elegir su propia vida (al menos en principio). De todas formas las barreras sociales van más allá de una creer en un dios u otro o un pañuelo que no deja de ser un símbolo, hablamos de algo más profundo y arraigado, las creencias y las convicciones personales.
Porque una de los grandes lastres que arrastra la protagonista es una lucha interior entre sus creencias personales y las que le ha transmitido su madre. Tiene que desdoblarse en dos, la mujer moderna que encaja perfectamente en la sociedad española y la mujer marroquí arraigada en una cultura que no acaba de comprender. Ya no por obligación física, sino por la emocional que ella se autoimpone. El miedo a decepcionar a los demás, en este caso su propia madre. La disparidad de lo que uno quiere y debe hacer, lo que es mejor para ti mismo o para los demás. ¿Huir o quedarse? ¿Decidir o aceptar?
Y es que una parte importante en la novela es la relación que tiene con su madre. Ambas han luchado juntas sin la presencia de un padre. Una relación respetuosa en la que no había contacto físico y en la que esta le permite elegir pero ella se siente con obligación de liberarla, de cumplir con lo que su madre no le impone pero desea. Al fin y al cabo por mucho que vivan en España siguen siendo observadas por marroquíes y cualquier cosa que hagan llegará hasta su familia. Dos generaciones distintas que a veces no llegan a entenderse aunque utilicen las mismas palabras.
La hija de la extranjera es una novela que rebosa emociones, narrada con sensualidad, que evoca aromas y que da pie a la reflexión. La voz narrativa en primera persona nos genera la sensación de que estamos dentro de la mente de su protagonista. Conocemos sus emociones y pensamientos más profundos y sobre todo nos transmite las presiones y los dilemas morales que la rodean. La novela está narrada de forma muy visceral e intensa, con mucha carga simbólica que representa los dos mundos de la protagonista. Os decía antes que es una especie de monologo en que la protagonista abre su corazón y lo hace a un ritmo pausado y en ciertos momentos algo denso que atrapa en su interior.
Conclusión
La hija de la extranjera es una novela que nos habla de contrastes, de dos mundos difícilmente reconocibles y la toma de una decisión. No os puedo decir que sea una lectura cómoda o agradable porque hay pasajes bastante dolorosos pero el relato de esta joven es tremendamente interesante y enriquecedor.
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