Título: Las lágrimas de la diosa maorí
Autora: Sarah Lark
Publicación: Ediciones B, 2015
Páginas: 808
Nueva Zelanda, 1899. El hijo de Lizzie y Michael Drury es enviado como médico a Sudáfrica, donde se libra la guerra de los Bóers, para gran disgusto de Roberta, quien luchará para estar con él a toda costa. Paralelamente, la joven Atamarie obtiene una importante victoria: ser la primera mujer que cursa estudios de Ingeniería en la Universidad de Nueva Zelanda. Desde niña le fascinaron las cometas maoríes, pero ahora esta afición le permite conocer al pionero de la aviación mundial…
Mis impresiones
Las lágrimas de la
diosa maorí es el título que cierra la llamada “Trilogía del árbol Kauri” cuyos dos títulos precedentes, Hacia
los mares de la libertad y A
la sombra del árbol Kauri, me resultaron lecturas muy entretenidas que a
pesar de su extensión volaron entre mis
manos. Es obvio que las novelas
de Sarah Lark siguen siempre una misma línea en su construcción. Son novelas
que cuentan con una narración sencilla y lineal, con protagonistas femeninas y
que además ofrecen una nota histórica del lugar en que se desarrollan. Puede
que a muchos os pueda parecer repetitiva pero para mí son lecturas que me
relajan y me hacen viajar.
La trilogía comenzó en Irlanda en 1846 y abarca hasta el
año 1904, un periodo de tiempo en el que hemos seguido las vicisitudes de tres
generaciones de una misma familia que tiene su punto de partida en los
irlandeses Lizzie, Michael y Kathleen que llegaron a Nueva Zelanda por
diferentes motivos y en distintas circunstancias. Luego conocimos a la
siguiente generación protagonizada por Matariki y un nuevo personaje llamado
Violet, que se incorporó a la historia.
Esta nueva entrega comienza en el año 1899. Atamarie, la
hija de Matariki es una chica con sangre maorí que comienza sus estudios universitarios
con mucha ilusión convirtiéndose en la primera mujer que hace una carrera de
ingeniería en Nueva Zelanda. De esta forma planea dedicarse a la aviación, su
gran pasión desde que de pequeña conociera las cometas de tradición maorí.
Kevin, el hijo de Michael y Lizzie, es un joven médico que se ha metido en un
buen lío de faldas. Huyendo de su responsabilidad se ha sumado de forma voluntaria al ejército y se traslada a
Sudáfrica, el lugar donde se desarrolla la guerra de los Bóers. Una situación
que ha contrariado a muchos otros personajes, entre ellos Roberta, la hija de
Violet, quien lleva toda su vida locamente enamorada de él.
Estas líneas describen el punto de partida de la historia
pero son solo un comienzo porque si por algo se caracteriza Sarah Lark es por
la inclusión en sus historias de muchas subtramas que se van desarrollando de
forma paralela, algunas tienen mayor recorrido que otras, unas son fácilmente
predecibles y otras nos pueden sorprender. Este hecho hace que sus novelas sean
muy dinámicas y entretenidas. Las historias sentimentales de sus personajes se
mezclan con diversas aventuras, enredos familiares y conflictos socio-políticos
que van sucediendo en Nueva Zelanda.
Con respecto a sus personajes encontramos elementos
similares a los del resto de sus novelas, personajes que no cuentan con mucha
profundidad psicológica pero muy bien caracterizados y que el lector identifica
sin dificultad. El plano femenino siempre destaca con mujeres adelantadas a su
tiempo (a veces demasiado) que
luchan contra las adversidades. Aunque el plano masculino siempre ha estado presente
en sus historias cada vez está más desarrollado
y toma un mayor protagonismo. En esta ocasión Kevin Drury se situará en el
centro del relato junto a Atamari y Roberta, dos mujeres bastante diferentes
entre sí. Aunque en el fondo podríamos considerarla una novela coral en que
seguimos las vidas de los personajes que conocimos en las novelas anteriores
con la aparición de nuevas figuras.
La trilogía abarca unos sesenta años en todo su
desarrollo y los lectores vamos viendo el cambio progresivo que se produce en
la sociedad neozelandesa que se adapta a una nueva mentalidad y paulatinamente
va progresando sin llegar a desvincularse de su cultura tradicional. En el
volumen anterior vivimos como el país se adelantaba a la legislación
Europea para permitir por primera vez el
voto femenino y en esta seguiremos viendo como cada vez están más cerca de
igualar sus derechos a los hombres introduciéndose en la universidad y
desempeñando labores que hasta el momento eran única y exclusivamente
competencia masculina.
En el aspecto histórico nos encontramos que deja un poco
de lado (sin olvidar) la lucha entre el hombre blanco y las tribus maoríes y
nos habla de la guerra de los Boers (o Afrikáners) que enfrentó a Inglaterra y Suráfrica.
Aunque el principal motivo de la ofensiva fueron el oro y los diamantes que se
encontraron en las tierras donde vivían los Boers se enmascaró bajo una lucha
contra los derechos de los británicos. No sabía mucho de este grupo étnico y en
la novela nos ofrece muchos datos interesantes para conocer su estilo de vida,
sus creencias religiosas y la forma en que rechazaban y esclavizaban a los
negros por considerarles inferiores.
Algo que me ha parecido muy curioso es que cabe la posibilidad
de que meses antes de que los hermanos Wright consiguieran alzar vuelo un
hombre llamado Richard Pearse realizó un
vuelo con un artefacto a motor en la Isla sur. No hay testigos oficiales de
estos vuelos por lo que determinar la fecha exacta de estos es imposible.
Pearse se convierte en un personaje más de la novela en el que su trasfondo es
real adaptando sus circunstancias a lo que la trama requiere.
El estilo narrativo de Sarah Lark es tan sencillo y ameno
que no cuesta nada leer sus novelas a pesar de su extensión. La ambientación,
los paisajes o ese aspecto histórico están muy conseguidos, situando bien al
lector con descripciones muy precisas.
Conclusión
Con Las lágrimas de
la diosa maorí, Sarah Lark pone el punto final a una trilogía cuyo objetivo
es entretener al lector y lo consigue a la perfección. Amor, aventuras, un poco de historia y unos
paisajes exóticos que hacen de esta una buena lectura de evasión.