Título: Un hijo
Autor: Alejandro Palomas
Publicación: La Galera, marzo de 2015
Páginas: 288
Guille es un niño introvertido con una sonrisa permanente, y es un lector empedernido con mucha imaginación. Solo tiene una amiga. Hasta aquí, todo en orden. Pero tras esta máscara de tranquilidad se esconde un mundo fragilísimo, como un castillo de naipes, con un misterio por resolver. El rompecabezas lo configuran un padre en crisis, una madre ausente, una profesora intrigada y una psicóloga que intenta armar el puzle que está en el fondo. Una novela coral que respira sentimiento, ternura, vacíos, palabras no pronunciadas y un misterio sobrecogedor.
Mis impresiones
Desde que el año pasado se publicara Una madre hemos sido muchos los lectores que nos hemos emocionado con el encuentro de esta familia que se reúne a cenar en Nochevieja, una celebración velada por los sentimientos de sus personajes, con Amalia, con sus hijos y la silla de las ausencias. Ahora Alejandro Palomas vuelve a la carga con Un hijo, título del que podríamos pensar que es la extensión lógica de la anterior porque para que exista una madre tiene que haber un hijo. Pero no es así, porque ambas historias no solo no tienen nada que ver sino que son novelas de corte completamente diferente.
Y aunque Un hijo se ha encuadrado dentro del género juvenil esto no quiere decir que la historia esté únicamente dedicada a este tipo de lector porque más allá de la trama en sí, la historia está repleta de matices, de dobles sentidos y pequeños detalles susceptibles de cobrar distintos significados según se mire. Es una novela que podrá disfrutar cualquier tipo de lector. Y ya desde la portada, que es preciosa, sabemos que este será un libro especial. De los que una guarda para siempre dentro del corazón.
Guille es un niño muy especial, sensible, imaginativo, con una inteligencia fuera de lo común y un lector voraz pero también es tan introvertido que no le gusta jugar con los niños de su edad. Solo tiene una amiga llamada Nazia, una niña de origen paquistaní. A pesar de que hace poco ha llegado a un nuevo colegio, de que su padre está en paro y su madre ya no vive con ellos Guille es un niño aparentemente feliz que sonríe continuamente.
Sin embargo, hay algo que hace sospechar a la profesora de Guille que quizás tras estas apariencias no todo funciona como debería. Todo comienza con una pregunta, ¿Qué quieres ser de mayor?, y la respuesta del niño. Y es que es extraña la obsesión que Guille tiene por Mary Poppins. El niño asegura que cuando sea mayor quiere ser ella, no como ella sino ella. De esta forma la profesora decide poner el caso en manos de la orientadora que intentará rascar la superficie y llegar al fondo de Guille.
Un hijo es capaz de desatar una tormenta de sentimientos en el lector y está narrada con muchísima sensibilidad, con imaginación y delicadeza. Con esto ya te atrapa en su interior pero además cuenta con cierta intriga porque las cosas no son lo que en principio parecen y esta historia está repleta de secretos que el lector quiere y no quiere descubrir. Quiere porque siente la necesidad de comprender que hay en el interior de Guille y no quiere porque significará llegar al final de todo, a terminar el libro. Todo en esta novela tiene una razón de ser hasta el más pequeño de los detalles pero eso solo lo descubriremos al final.
Guille como personaje es genial y capaz de conquistar tu corazón en pocas páginas. Un niño que despierta nuestra ternura de forma instantánea y al que resulta imposible no querer. Un niño diferente a todos los demás que no juega al futbol ni al baloncesto, que no se relaciona con los chicos de su edad y que prefiere leer y compartir sus momentos de juego con Nazia, la hija de los propietarios del supermercado que hay debajo de su casa. Una niña con un futuro estremecedor que sus padres han escogido para ella. Pero Guille tiene fe y cree que si repite una y otra vez la palabra mágica (supercalifragilisticoespialidoso) logrará que las cosas vuelvan a ser como antes, porque desde que su madre está ausente le falta un pilar en su vida.
Un hijo está narrado a través de cuatro voces distintas que en primera persona nos irán dando diferentes claves para componer la historia al completo. Una de ellas es la de Guille que nos muestra su particular forma de ver el mundo desde unos ojos que interpretan a su manera lo que va viviendo, lo que percibe y las medias verdades y mentiras que le han contado. Una voz muy lograda que nos hará reír con sus ocurrencias pero que al final nos transmite muchísima ternura. Leeremos además las cartas que escribe a una madre y veremos además la forma en que Guille la busca en cada rincón de la casa. Es una voz que está muy lograda en la que Alejandro Palomas consigue transmitir a la perfección este punto de inocencia infantil, como se aprecian las cosas desde esta perspectiva y como se razona.
También nos hablará el padre, un hombre que soporta un gran peso a sus espaldas y que quiere pensar que a Guille no le ocurre nada. Las otras dos voces narrativas, a las que también otorga una entidad propia, se corresponden con Sonia y María, la profesora y la orientadora respectivamente. Será sobre todo esta última la encargada de descifrar lo que pasa por la mente de Guille, de interpretar y trasladar al mundo real lo que el niño habla, dibuja o imagina. Y muy acertado me ha parecido el tono que le da a la novela, porque está repleta de sentimientos y emociones pero a la vez huye del melodrama, de buscar la lágrima fácil en el lector. Además de estar muy bien escrita, con un estilo muy depurado está construida de forma muy original con un final… bueno, mejor no digo nada sobre el final.
Conclusión
No hace muchas horas que terminé de leer esta novela y he sentido la necesidad de ponerme a escribir y contaros lo mucho que Un hijo me ha gustado, lo mucho que me ha emocionado e intrigado a la vez. Por supuesto os la recomiendo.