Magdalena
Albero es la autora de Los caminos delmar. Profesora en la Facultad de Ciencias de Comunicación en la Universidad
Autónoma de Barcelona esta es su primera novela ganadora del II Certamen
Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda.
Podéis ganar un ejemplar de esta novela aquí.
¿Cómo y en qué momento surge la idea
inicial para escribir Los caminos del mar?
La idea surgió de forma causal,
leyendo un artículo de historia de la ciencia. Me encontré con el nombre del médico Herófilo de Calcedonia, del que
nada sabía, pues cuando se habla de medicina griega en la antigüedad el único
nombre que suena es Hipócrates. Me llamó
la atención que en el siglo III a.C. él ya hablara de la importancia del cerebro
y que hiciera disecciones en humanos, y que fundara la Escuela de Medicina de
Alejandría. Enseguida tuve ganas de
escribir sobre aquella época y sobre personas que se atrevieron a cuestionar lo
que ya se daba por sabido y así avanzar en el conocimiento.
Irene, la protagonista de la
historia, es una mujer fuerte, valiente y decidida que también presenta ciertas
debilidades y comete errores de forma que resulta muy humana. ¿En quién te
inspiras para crear este personaje? ¿Tiene algo que ver contigo misma?
No me inspiré en nadie en concreto. Sólo tenía muy claro que no quería crear una
protagonista heroica, ni víctima. No
quería que fuera una “sabelotodo” o “puedelotodo”. Quería que fuera alguien que saca fuerza de
su propia debilidad, que encaja los reveses que le da la vida como puede y va
aprendiendo de ellos, que debe empezar de nuevo muchas veces, que consigue
salir a flote, descubrirse a sí misma y encontrar su lugar en el mundo. Quería que mi protagonista tuviera pensamiento
propio y reivindicar así que en todas las épocas de la historia ha habido
hombres y mujeres que han cuestionado el rol que la sociedad les había asignado
y se han esforzado por cambiarlo. Y que
no siempre han estado solos contra el mundo, ha habido quienes les han echado
una mano. También quería mostrar que la perfección no existe; en el camino de
Irene hay renuncias, hay contradicciones, hay aceptación de las propias
debilidades. Pero estas debilidades no
la hunden pues el amor y la dedicación con que su padre la ha criado le ha dado
la confianza en si misma, la curiosidad y la fuerza de voluntad, armas
necesarias para enfrentarse a las dificultades.
¿Cuál es el aspecto creativo que a
ti, como escritora, más te obsesiona y el que más trabajas?
La evolución del personaje. Cada personaje está marcado por un contexto
determinado que lo ha hecho como es, pero tiene que incorporar los cambios que
va viviendo a esa base de su personalidad que ya tiene al principio de la
historia y que viene dada por cómo ha vivido hasta entonces.
También me obsesiona no caer en el costumbrismo. A la hora de narrar una historia que ocurre en
un pasado muy lejano, se han de crear los ambientes necesarios para que podamos
viajar a esa época, pero hay que cuidar mucho de no abusar de las descripciones. Están ahí para acompañar a los personajes,
para darles vida, pero no han de tener más protagonismo que ellos. Esto en una novela histórica es muy difícil
pues he tenido que leer mucho sobre todos los aspectos de la época: desde la
historia política y económica hasta los valores y creencias, o lo que comían
para desayunar. He tenido que asimilar
esa información, vivirla, para luego poder plasmarla en la novela en forma de
pinceladas, que dan atmósfera y verosimilitud. Pero evitando siempre las
parrafadas que muestran cuánto sabe el autor sobre la época y que perjudican
notablemente el desarrollo de la historia.
La primera dificultad que tuve que solucionar fue la de
presentar situaciones que fueran verosímiles en la época en que transcurre la
historia pero que al mismo tiempo el lector pudiera entender desde la
sensibilidad de alguien del siglo XXI.
En varios momentos de la historia Irene se encuentra con dificultades
de conciliación de vida familiar y laboral.
Esto le crea problemas y debe asumir renuncias. Las soluciones que encuentra se parecen mucho
a las que puede optar una mujer contemporánea.
La historia de Irene es perfectamente actual en ese aspecto. Otro
paralelismo con nuestra época actual es que en la novela queda muy clara la
importancia de la creación y el acceso al conocimiento y las dificultades que
eso conlleva.
También he querido enfrentar a la protagonista a
situaciones que generan sentimientos universales y atemporales como puede ser el
enamoramiento, la maternidad, la enfermedad o la muerte. El ser humano reacciona de manera similar en
el siglo III a.C. que ahora, aunque luego cada cultura y cada época revista
estos acontecimientos de manera distinta.
En cuanto al contexto histórico en el que transcurre
la historia también busqué similitudes con situaciones que se están viviendo en
la actualidad. Por ejemplo, esa diáspora
de ciudadanos griegos, como Herófilo, que se van a vivir a Alejandría se parece
mucho a lo que hoy llamamos fuga de cerebros.
El rey Ptolomeo I actua de mecenas de las artes y de las ciencias para
convertir Alejandría en el centro cultural del Mediterráneo, una manera de
hacer muy similar a la política de captación de talento que realizó los Estados
Unidos en el siglo XX, o al mecenazgo practicado por los Medici en la Florencia
del siglo XV. Otra similitud la podemos encontrar en los monumentos que marcan
la importancia de las ciudades. El faro que se está construyendo cuando Irene llega a
Alejandría, el Partenon de Atenas o el coloso de Rodas, son señas de identidad gloriosa de aquellas
ciudades del siglo III a.C, al igual que
más adelante lo fueron las grandes
catedrales europeas y edificios emblemáticos como las desaparecidas torres gemelas en New York o
la Sagrada Familia en Barcelona, los edificios del arquitecto Gehry en Bilbao y
Paris, y las altas torres de las economías emergentes como la torre de Tianjin
en China o el Burj Dubai en Dubai.
Otra dificultad con la que me encontré está
relacionada con la forma de narrar. Por
cuestiones de trama, necesitaba que Irene fuera a la vez protagonista y
observadora de su propia historia. Esto
es algo muy complejo pero creo que lo he podido solucionar con éxito.
Lo que el potencial lector puede conocer del mundo
antiguo también ha sido un obstáculo a sortear.
Por ejemplo, imaginamos el coloso de Rodas según los grabados
renacentistas que hemos visto, pero en realidad la estatua no tenía las piernas
abiertas porque técnicamente no era posible.
También a Ptolomeo I se le conoce como general de Alejandro el Magno y
poco se sabe de su labor como impulsor de las artes y de las ciencias.
Los caminos del mar tiene dos aspectos que en mi opinión están realmente cuidados, uno de ellos
es la recreación del contexto histórico y los escenarios ¿Cómo ha sido el
proceso de documentación para conseguirlo?
Ha sido un proceso largo y complejo, en el que he
consultado infinidad fuentes muy variadas para cada uno de los temas de que trata
la novela. He leído libros, artículos tanto científicos como de
divulgación sobre medicina antigua, pero también sobre botánica, sobre
mercenarios y piratas, sobre la dinastía de los Ptolomeos, sobre Atenas y
Macedonia, sobre el arte helenístico, sobre mitología griega y egipcia, sobre
comidas, creencias, valores y costumbres de la época en que transcurre la
novela. Pero he de decir que ha sido todo un placer investigar sobre esa época
que siempre me había atraído pero que conocía poco. Para poder acceder a toda esa información he
utilizado las bibliotecas, he solicitado libros que han venido de fuera de
España, he leído textos clásicos y comentarios contemporáneos sobre esos
textos, he visto videos de los descubrimientos arqueológicos hallados en
Alejandría, bajo el mar, en la costa que rodea a la ciudad. Pero también he visitado museos, como el
museo del Papiro en Viena, en donde me inspiré para algunas de las recetas de
Irene, entre otras cosas. También he pasado tiempo en el museo arqueológico
nacional de Atenas y en el museo arqueológico de Split, en Croacia. Esto me ha permitido tener una visión
bastante realista de qué objetos rodeaban la vida cotidiana de la gente, que
esculturas admiraban, cómo se supone que fueron los edificios públicos antes de
que el tiempo los destruyera o los hiciera desaparecer por completo. Otro
aspecto muy importante de la documentación es lo que yo llamo “documentación
sensorial”. Con esa idea visité la isla de Creta, Atenas y varias
islas en Croacia, pues son algunos de los
lugares en que transcurre la novela. Quería ponerme en la piel de Irene y
sentir la luz del sol, observar el color del mar, buscar de qué lado viene el
viento, sentirme, como ella, forastera en cada lugar a dónde llegaba.
Contrastar y seleccionar la información no ha sido
tarea fácil. Uno de los principales
problemas con los que me he encontrado es que autores diferentes sostienen
teorías distintas sobre algunos de los sucesos que aparecen en la novela. Por ejemplo, me he tenido que inventar un
lugar y una decoración para la tumba de Alejandro el Magno porque los autores
no se ponen de acuerdo de cómo era ni dónde estaba, incluso hay quienes dicen
que no existió. Otro ejemplo es el que
hace referencia al experimento más conflictivo de Herófilo de Calcedonia: las
vivisecciones. Unos dicen que es una
leyenda, otros que ocurrió en realidad.
Se ve que Herófilo dejó escritos varios tratados de medicina, que se
mencionan en la novela, pero que quedaron destruidos en uno de los incendios de
la biblioteca de Alejandría. Sabemos de
los tratados de Herófilo gracias a Galeno, quien vivió en una época posterior a Herófilo y todavía pudo acceder a
sus escritos, aprender de ellos y dejar constancia de los logros de Herófilo.
¿Hacía que tipo de lector está dirigida
la novela?
Al escribir
la novela yo quería llegar a todo tipo de público. Por eso he utilizado un lenguaje sencillo,
ágil, y le he dado un ritmo que permite que se lea con facilidad. Lo que ya no sé es qué encontrará cada lector
en ella. Puede que encuentre aquello que
cree que va a encontrar o que se lleve alguna sorpresa. Yo veo la novela como una cebolla, con muchas
capas. Por la portada, puede que muchos
vean en ella una historia de mujeres, con sus pinceladas de amor, aventura y reivindicación femenina. Esa es sólo una de las capas. Otra capa es toda la información que la
novela aporta sobre la medicina en la antigüedad. Otra más es el paseo detallado por la
historia y las costumbres de una época lejana en el tiempo. Otra más es la información sobre personajes
históricos poco conocidos como el médico Herófilo de Calcedonia y el rey Ptolomeo
I, o mal conocidos como el filósofo Epicuro.
Vienen luego varias capas de reivindicaciones importantes: la reivindicación
de la libertad personal, pues todos los personajes de la novela buscan, dentro
de sus posibilidades, esa libertad. Pero
también está la reivindicación del Mediterráneo, que es el origen de nuestra
cultura. Y la de reconocer la importancia de la creación y acceso al
conocimiento como forma de avance de la humanidad. En el centro de todo, en el corazón de la
cebolla, la aventura humana de la protagonista quién, cómo todos nosotros,
tiene que aprender a navegar por la vida.
A mí me gustaría que fueran muchos los lectores que
descubrieran todas las capas de la cebolla.
¿Qué le dirías al lector no habitual
del género histórico para que le dé una oportunidad?
Me parece una gran injusticia que la novela histórica,
a pesar de grandes títulos que demuestran todo lo contrario, siga siendo considerada
como un género menor, sin valor literario alguno. En la novela histórica, además del trabajo
que supone crear personajes y trama, y todo aquello que es necesario para que
una historia llegue al lector, hay un trabajo inmenso de documentación que no
termina con saber cómo era la época en que transcurre la historia y qué ocurría.
Hay que hacer que toda esa información esté en la novela pero sin que se note,
que de verosimilitud a la historia pero que no interfiera con los personajes y
su evolución. Además hay que dotar a la
historia de la agilidad necesaria para que el lector mantenga el interés y siga
leyéndola. Para que se entretenga y
aprenda sin darse cuenta. En mi novela he buscado en todo momento llegar al
lector y mantenerlo distraído e interesado.
Uno de los argumentos que se utiliza con frecuencia en
contra de la novela histórica y a favor de otros géneros más favorecidos por
los lectores es que, a diferencia del género policiaco por ejemplo, la novela
histórica no habla de nuestra realidad actual, no presenta visiones críticas de
cómo funciona la sociedad ni denuncia los males que la aquejan. Eso es incorrecto. La novela histórica, y al
menos en Los caminos del mar yo he
intentado que así fuera, nos da la oportunidad de viajar al pasado para
entender el presente. Por ejemplo, mi
novela muestra unos avances en la medicina que no volvieron a recuperarse hasta
el Renacimiento y que han permitido que la ciencia médica siga evolucionando
hoy. También se muestra que el deseo de ir más allá de lo que nos impone la
sociedad ha existido en todas las épocas, y que todo proceso de cambio requiere
de mucho tiempo y gran dedicación para producir resultados. Que se ha de seguir
trabajando. A partir de unos personajes
de ficción y la narración de unos hechos del pasado el lector puede ver aquello que ha cambiado con el paso de los
siglos pero también todo lo que sigue igual.
En la novela su protagonista se ve
obligada a luchar en un mundo dominado por los hombres y encuentra muchas
trabas para estudiar y ejercer la medicina. ¿Crees que aún las mujeres
encontramos obstáculos en el mundo laboral?
Lamentablemente,
sí. Si bien en los países desarrollados se ha conseguido que las mujeres
accedan a la educación igual que los hombres, en el mercado laboral ellas
quedan excluidas de los puestos de responsabilidad. Recordemos que no hace ni un mes que Mónica
de Oriol, la presidenta del Círculo de Empresarios afirmaba que se debe
contratar a mujeres mayores de 45 años y menores de 25 para evitar embarazos. Por otro lado, establecer horarios laborales
que permitan la conciliación de la vida laboral y la familiar continua siendo
una asignatura pendiente que el Estado no se preocupa en aprobar, y la mujer
sigue siendo la principal y la inmensa mayoría de las veces única cuidadora
familiar, lo que incluye no sólo el cuidado de los hijos sino también de los
padres que se van haciendo mayores. Y
son todavía muchos los casos en que las mujeres perciben un salario menor que
los hombres por el mismo trabajo.
Tal y como está el panorama
literario es una suerte haber publicado la primera novela con el respaldo de
una editorial. ¿Cómo fue ese proceso? ¿En algún momento consideraste la opción
de auto publicar?
Cuando
terminé de escribir la novela no había considerado todavía la opción de auto
publicación pues quería primero probar si podía publicar por el método
tradicional. Así es que la presenté al
Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda y lo gané. Luego llegó la publicación en Roca Editorial.
Hasta ahí todo muy bien. En mi caso lo difícil viene ahora. Tengo la novela publicada pero no me conoce
nadie porque es una primera novela. Los caminos del mar ha de competir con infinidad de títulos, muchos de
autores que gozan de buenas campañas de promoción. Con la publicación constante de nuevos libros
es muy fácil que mi novela quede escondida en algún estante de las librerías
porque si no la conoce nadie, nadie la va a leer. Y si nadie la lee, no la van a conocer. Cómo romper ese círculo vicioso es el mayor
reto al que me enfrento ahora. He de conseguir que mi novela llegue a los
lectores potenciales.
¿Qué esperas de la publicación del
libro?
No me atrevo
a esperar nada. Sólo a manifestar mi
deseo de que el libro llegue a los
lectores, que disfruten de su lectura y que lo recomienden a otros.
Como lectora ¿Cuál es tu novela de
cabecera? Esa que no te cansas de recomendar.
Leo muchas
cosas diferentes y me resulta difícil elegir una. Como novelas clásicas Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar. También David Copperfield, de Charles Dickens, y
las novelas de las hermanas Brontë. En literatura más contemporánea La decisión de Sofía, de William Styron,
Alias Grace, de Margaret Atwood, El amor en los tiempos del cólera, de
Gabriel García Márquez, El museo de la inocencia, de Orhan
Pamuk. Y en cuanto a best sellers recientes, Los años de peregrinaje del chico sin color, de Murakami, o El jiguero, de Donna Tartt.
¿Estás trabajando en algún nuevo
proyecto?
Sí, tengo dos novelas
empezadas. Una de ellas es histórica, la
otra no. Ahora debo elegir cuál de ellas
quiero terminar primero.
Desde aquí aprovecho para dar las gracias a Magdalena por responder estas preguntas.
Desde aquí aprovecho para dar las gracias a Magdalena por responder estas preguntas.