Título: Las
catedrales del vacío
Autor: Henri
Loevenbruck
Publicación:
Bóveda, 2013
Páginas: 550
¿Quién construiría una catedral gótica perdida en medio de la selva
amazónica? ¿Hasta dónde alcanza el largo brazo de la prestigiosa Summa
Perfectionis, aparentemente una venerable y elitista sociedad científica? ¿Qué
interés tendría en nuestra época el legado del alquimista Nicolas Flamel, a
quien se le atribuye el descubrimiento de la piedra filosofal y de la vida
eterna?
Los servicios secretos de la Unión Europea
intentan reclutar a Ari Mackenzie, un agente francés apartado del servicio
activo. Aunque no duda en rechazar la oferta, una serie de extrañas
desapariciones le llevarán a enredarse en un caso cuyas conexiones llegan mucho
más lejos de lo que él mismo hubiera imaginado. Muy a su pesar, el comandante
Mackenzie se verá envuelto en el caso más peligroso de su carrera. Y quizás
también sea el último…
Mi experiencia con la novela
Cuando me
encontré con esta novela su sinopsis me pareció muy sugerente y atractiva de
forma que me invitaba a leerlo. Una vez terminado el libro he de reconocer que
su trama me ha resultado interesante pero por alguna razón no la he disfrutado
tanto como en principio había previsto. Me planteo si yo era la lectora
adecuada o si quizás ha sido que esperaba otra cosa pero lo cierto es que no le
he sacado todo el partido a la historia como debería.
Además esta es la continuación de La navaja de Occam y aunque parece que
ambos títulos son independientes en realidad comparten tanto algunos personajes
en común como puntos de la historia de forma que una de las tramas está muy relacionada.
En Las catedrales del vacío el
protagonista continúa con el caso que comienza en la anterior y en algún
momento he tenido la sensación de que me faltaba buena parte de la información.
Por otra parte, me sorprende que no se haga ninguna alusión a este hecho ni en
su portada o su interior de forma que un lector que se acerque a esta novela no
tendrá conocimiento de ello.
La novela
comienza con la huída de Charles Lynch, un geólogo sexagenario que mientras intenta
escapar de un extraño lugar en el subsuelo llega a lo que parece ser una
catedral gótica en ruinas situada en mitad de la selva amazónica. Poco después cae
fulminado y muere sin razón aparente.
Posteriormente
conocemos a Ari Mckenzie, un comandante del servicio de inteligencia francés apodado
“lobo solitario”, que está de baja por depresión. Pero el servicio secreto de
la Unión Europea está interesado en que trabaje para ellos por lo que ofrecen
una colaboración en un caso sumamente confidencial. Ari en principio rechaza la
oferta pero una serie de circunstancias le llevarán a involucrarse personal y profesionalmente
en el caso más complejo que se ha
encontrado a lo largo de su carrera.
Paralelamente a
esta historia, una segunda trama nos sitúa en Paris en el año 1417 donde vive Nicolas
Flamel, un librero y escribano de quien se decía ser el descubridor de la vida
eterna. Muy lejos de la verdad será él mismo quien nos confiese su verdadera
historia.
Simplificando
muchísimo la historia este el argumento general de Las catedrales del vacío. Una novela en la que confluyen acción,
suspense, muertes sospechosas, misterios e intrigas. Junto a la existencia de
una catedral gótica situada en la selva amazónica, nos encontramos con una
elitista y secreta sociedad científica, unos cuadernos del siglo XIII escritos
por el arquitecto Villard de Honnecourt, y un proyecto relacionado con la
alquimia.
La historia se desarrolla
a través de varias líneas argumentales que se van alternando para ir
entrelazándose a medida que avanzamos en su lectura. Una de las cosas por las
que quizás me ha costado hacerme por completo con la novela es que presenta
demasiadas líneas argumentales paralelas, demasiados personajes y demasiada
información que hilar para obtener una historia común. Me ha dado la sensación
de que Henri Lovenbruck al introducir tantos elementos genera cierta
desorientación en el lector de forma que dificulta que el argumento llegue a
tener durante buena parte de la novela una forma o un fin definido y avance en
una única dirección.
Respecto a los
personajes pasa otro tanto de lo mismo. Me han resultado ser demasiados y la
mayoría vagamente dibujados por lo que me costaba dotarles de una identidad concreta
y situarlos en la historia. El protagonista indiscutible es Ari Mckenie, un parisino
de cuarenta años un tanto peculiar. Hosco, huraño, aficionado al alcohol y con
mala reputación que ostenta el cargo de comandante en los servicios de
inteligencia franceses. Aunque ahora se encuentra de baja por una depresión que
sufre originada por una dolorosa ruptura sentimental. Es un hombre con sus
propios medios de actuación que vive obsesionado por un antiguo caso en el que
su propio padre está relacionado y que el gobierno no le dejó resolver en su
momento.
El tema
principal alrededor del cual gira la trama de Las catedrales del vacío es la transmutación alquímica, proceso que
tiene como objetivo convertir la materia en oro. Una disciplina que ha generado
mucho interés desde tiempos muy antiguos y en lugares muy diversos siendo condenada
y considerada perniciosa en muchas culturas. Relacionados con este proceso en
la novela nos habla de la tabla esmeralda, un texto que podría revelar su
secreto o la piedra filosofal o la sustancia mágica que lo podría conseguir el
elixir de la vida eterna.
Las catedrales del vacío se estructura en 118 capítulos numerados y divididos
en tres partes denominadas como cada una de las etapas en que se divide la
transmutación alquímica (Nigredo, Albedo y Rubedo) y que tienen mucha relación
con la novela. La historia cuenta con dos narradores al efecto. El primero de
ellos es una voz en tercera persona omnisciente que nos va narrando las tramas
que se desarrollan en la actualidad. El otro narrador, en primera persona, es
Nicolas Flamel, escribano del siglo XIII, que nos va narrando su propia
historia.
Lovenbruck
tiene un estilo sencillo, natural y accesible al lector, donde a parte de la
fluidez en la narración existen gran cantidad de diálogos que hacen de esta una
lectura muy ágil y dinámica pero de ritmo lento, demasiado en mi opinión, en su
comienzo. Conforme vamos avanzando en sus páginas este ritmo va in crescendo. A la par que se desarrolla la investigación de
Ari, vamos conociendo una sociedad secreta, Summa
perfecctionis, en la que trabaja un joven científico que comienza a
sospechar que algo oscuro se esconde tras sus muros.
Su final, como
suele suceder en este tipo de novelas, es lo más esperado y cuando el lector ni
quiere ni puede parar de leer. Pero me ha dado la sensación de que me faltaban
algunas explicaciones y no todo encaja como debería. Os decía antes que la
novela reúne gran cantidad de elementos y al final no me han quedado todos debidamente
asentados en la historia.
Conclusión
Después de
exponer mi opinión sobre Las catedrales
del vacío creo que sois vosotros mismos los que debéis decidir si la novela
os interesa o no. Aunque el tema a tratar y su argumento me han parecido
interesantes, su planteamiento y desarrollo no han llegado a convencerme del todo.