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viernes, 31 de enero de 2014

Intemperie - Jesús Carrasco


Título: Intemperie
Autor: Jesús Carrasco
Publicación: Seix Barral,  enero de 2013
Páginas: 224

 Un niño escapado de casa, escucha, agazapado en el fondo de su escondrijo, los gritos de los hombres que le buscan. Cuando la partida pasa, lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente de aquello que le ha hecho huir. Una noche, sus pasos se cruzan con los de un viejo cabrero y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos. Intemperie narra la huida de un niño a través de un país castigado por la sequía y gobernado por la violencia. Un mundo cerrado, sin nombres ni fechas, en el que la moral ha escapado por el mismo sumidero por el que se ha ido el agua.
A través de arquetipos como el niño, el cabrero o el alguacil, Jesús Carrasco construye un relato duro, salpicado de momentos de gran lirismo. Una novela tallada palabra a palabra, donde la presencia de una naturaleza inclemente hilvana toda la historia hasta confundirse con la trama y en la que la dignidad del ser humano brota entre las grietas secas de la tierra con una fuerza inusitada.


Mi experiencia con la novela



Intemperie, la primera novela publicada del extremeño Jesús Carrasco  levantó tras su publicación cierto revuelo en el mundo literario. Generosamente promocionada por la editorial fue obsequiada con el título de la mejor novela del año y a su vez generó cierto debate en torno a sus características.  También ha sido comparada con otros autores como Miguel Delibes o Cormac McCarthy. Yo no puedo hacer una valoración sobre este punto pues con el primero no he conectado nunca y del segundo sólo he leído La carretera.

Se trata de una de esas novelas austeras en argumento, en personajes pero que consiguen oprimir al lector y generar distintas sensaciones. Tan sobria como su portada (en la que simplemente vemos la foto de una oveja) o su título. Me da la impresión de que es una de esas novelas que o gustan mucho o no se terminan de asimilar. Yo, sin embargo, no creo que sea una mala novela pero hay ciertos aspectos que no me llegan a convencer plenamente y considero son susceptibles de ser mejorados.

El argumento y planteamiento me parecen originales y diferentes. Aunque he de reconocer que me ha recordado demasiado a La carretera. No en estilismo ni mucho menos pero sus tramas tienen un fondo en común demasiado evidente. Dos personajes que se encuentran en distintas circunstancias pero aislados del resto del mundo y que deben luchar por sobrevivir ante las inhóspitas condiciones que les rodean.

Un niño se ha escapado de casa. Se esconde en una agujero en la tierra mientras escucha las voces de los hombres que le buscan. Siente miedo de que le descubran y espera el momento oportuno para huir del mundo en el que ha vivido hasta entonces. Sólo será con la llegada de la noche cuando se disponga a alejarse de la aldea en donde se encuentra su hogar. El niño no tiene un lugar a donde ir ni ningún plan tan solo pretende dirigirse hacia el norte. Poco tiempo después se encuentra con un cabrero, viejo y huesudo, en quien el niño encuentra un cómplice y de alguna manera un amigo. Ambos tendrán que sobrevivir en un paraje hostil y abandonado a través del cual son perseguidos.

Los personajes son parcos en palabras y en número pero se definen por sus actos. Esta ausencia de diálogo intensifica la sensación de soledad y desamparo en la que se encuentran los protagonistas. El silencio crea un sensación de vacío que a veces llega a incomodar al lector. A parte del niño y el cabrero nos encontramos con un tullido, un alguacil y su ayudante, imprescindibles en el desarrollo de la historia pero de los cuales no quiero desvelar nada.

Durante gran parte de la  novela el lector se preguntará qué cosa tan horrible puede haberle pasado a un niño para huir de su casa y cuál será el futuro de estos dos personajes. Dos cuestiones que tardaremos en descubrir porque la novela tarda un pelín en meterse en acción. Esto no molesta especialmente pero genera expectativas y quizás el autor podía haber aprovechado más esas páginas iniciales para provocar al lector o planearle cuestiones interesantes. A pesar de ello la novela no llega a aburrir en ningún momento y su lectura resulta entretenida.

Quizás no hubiese historia si no fuera por el desolador panorama que rodean al niño y al cabrero. En pleno verano con un sol abrasador haciendo mella sobre sus cuerpos, la tierra seca, árida y yerma sólo ofrece resistencia a su lento avance. La necesidad de encontrar agua se convierte en algo prioritario y de ello dependen sus vidas. Hay que reconocer que la autor sabe crear ambientes y transmitirle la sensación de asfixia y sofoco que pretendía.

Jesús Carrasco no ofrece ningún nombre, edad, ni dato temporal así como tampoco nos delimita la situación exacta de donde se desarrolla la acción y aunque podría ser en cualquier parte del mundo que cuente con una paisaje seco y agreste en mi mente la novela no puede salir de la parte sur de nuestro país y situada en el siglo anterior. Los olivares, rastrojos y barbechos que tantas veces he visto son elementos que aparecen continuamente en la novela y que de alguna manera concretan el paisaje.
Dice el autor en una entrevista que estos datos no existen porque desea eliminar lo superfluo resaltando lo verdaderamente sustancial y en mi opinión se echa en falta cierta información como la edad del niño, por ejemplo, pues a veces sus razonamientos o actos son demasiados maduros pero en otras ocasiones sus reacciones nos hacen pensar que es más pequeño. No estoy de acuerdo con su afirmación.

Jesús Carrasco nos habla en tercera persona y hace gala de un prosa con un alto contenido descriptivo y casi nula en diálogos, marcada por un vocabulario selecto y extenso donde los adjetivos y los detalles cobran importancia definitiva a la hora de marcarnos el entorno rural en el que transcurre la historia así como las pautas de comportamiento de los personajes. Quizás en ocasiones se torna algo forzada y artificiosa e incluso algo redundante utilizando muchas palabras para decir muy poco. Su capacidad para utilizar distintos y variados sinónimos queda patente pero al lector tanta repetición llega a resultarle excesiva y pastosa. En ella el autor recupera palabras casi olvidadas y que hacen referencia a objetos de otro tiempo que muchos de nosotros ni siquiera conoceremos. A pesar de ello no es una novela difícil de seguir o en la cual se haga uso de una sintaxis o estructura complicada, sino que es una novela amena y entretenida, clara y lineal. Es la minuciosidad a la hora de describir estados, acciones, sensaciones y sobre todo el paisaje lo que crea momentos de especial tensión y crudeza.

 
A la hora de dar explicaciones el autor se muestra demasiado templado y ciertos aspectos habrá que intuirlos de forma que me ha quedado la sensación de que no he llegado a completar la historia como me hubiese gustado y que queda en el aire.
 

Conclusiones

Intemperie es una novela distinta, original aunque en ocasiones cuenta con una prosa excesiva. Se trata de una propuesta interesante, entretenida y agradable en su lectura pero le falta mucho para cumplir todas las bondades que se han contado de ella.
Nos habla de una lucha por la supervivencia, de personajes que viven al límite, de un mundo azotado por la violencia en un entorno desolador y que lleva una reflexión ética.