Título: El fotógrafo de cadáveres
Autor: Julio Castedo Valls
Publicación: Plataforma Editorial, 2012
Páginas: 213
Tras el
estallido de la Gran Guerra, Adler realizará su trabajo con una perfección cada
vez más obsesiva, queriendo devolver a los padres de los soldados muertos una
imagen serena de sus hijos, un recuerdo que puedan contemplar. Aprende a
suturar, a maquillarlos, a disimular sus heridas, para que una vez fotografiados
puedan dar la sensación de que estuvieran dormidos. Convierte así un oficio
aparentemente repulsivo en una tarea cargada de humanidad.
Mientras tanto,
Klammer colisiona con un mundo de rigidez e intolerancia militar desconocido
para él, y debe enfrentarse a la muerte y al horror una y otra vez. La vida de
barro, ratas y peligro de las trincheras le resulta insoportable a un joven
culto que no comprende el mundo en el que vive y sueña con ser escritor.
Mi experiencia
con la novela
La primera vez
que escuché hablar sobre esta novela fue en el blog de Tatty (El universo de
los libros) y ya me pareció un título interesante así que cuando recibí la
oferta para su lectura no me lo pensé mucho.
Si miramos la
biografía del autor, Julio Castedo, descubriremos a un médico que ya ha hecho
sus pinitos en el mundo literario. No he leído el resto de sus obras pero El fotógrafo de cadáveres me ha
sorprendido mucho y para bien.
Se trata de una
de esas novelas que va más allá del argumento y personajes y nos hace
reflexionar sobre muchas cuestiones trascendentales. Os aseguro que la novela no tiene desperdicio
y su lectura no resulta en balde. Podemos encontrar diversos temas en ella, el
amor, el paso del tiempo, el sentido de la vida, la muerte, el azar, la
utilidad de las guerras, sobre el sentimiento de patriotismo y todo ello
encuadrado en una historia entretenida y un contexto interesante.
La novela,
dotada de un argumento que cuenta con una solidez increíble, comienza con el
asesinato del heredero de la corona austrohúngara Francisco Fernando y su
esposa en Sarajero el año 1914. Veremos cómo su asesino Gravrilo Princip (que
resulta un personaje real) se prepara para el atentado. El momento de su
detención está recogido gráficamente por un reportero que en la novela es uno
de los personajes pero cuyo hecho ocurrió en realidad a manos de un fotógrafo
verdadero.
Poco después ya
declarada la Primera Guerra Mundial dos personajes ven envueltos en la
contienda de forma distinta. Arthur Klammer es un joven solitario que se ve
obligado a incorporarse al ejército para luchar en una guerra que no comprende.
Stefan, en cambio, es un reputado fotógrafo que es reclamado por la Sociedad de
las Damas de la Cruz Roja para tomar la última imagen de los soldados una vez
caídos en la batalla y reconfortar de algún modo a las familias de la ausencia.
Así los dos personajes son testigos en primera persona de una guerra con la que
tienen poco que ver.
El autor
retrata estos dos personajes de forma maravillosa resaltando en todo momento su
mundo interior. Los construye con complejidad y multitud de carices. Además en
ellos se produce un cierto paralelismo y una clara evolución cuando sufren de
cerca el horror de la guerra. Arthur es un tipo complicado, solitario,
controlador e indisciplinado. A sus veinte años no encuentra un hueco en la
sociedad y odia sus normas por lo que prácticamente vive aislado, encerrado en
sus sueños y con el objetivo de convertirse en escritor. No quiere que nadie le
ordene el camino que debe seguir, no acepta que se inmiscuyan en su vida pero
tampoco pierde energías en opinar sobre los demás.
“Arthur
no sabe todavía que el hombre está solo, que no hay nada que le sea propio unos
milímetros más allá de su piel, justo donde termina la delgada capa de calor
que nos aísla y nos protege” (Página 20)
Stefan, en
cambio, tiene casi cincuenta años y es un conocido fotógrafo en Viena. Su padre
fue un afamado pintor pero él no heredó el talento y se dedicó a realizar
retratos de gente adinerada y posteriormente a fotografiar delincuentes en la
prisión de Sarajevo. No está muy satisfecho con su vida y ciertas cuestiones le
han hecho abusar del alcohol de forma que esta adicción se ha convertido en un
problema.
Con su paso por
el frente ambos hombres cambian de forma definitiva. Dos personalidades
distintas y dos formas de vivir un mismo conflicto. Arthur lo vive desde el
frente, agazapado en las trincheras en contacto con los vivos y Stefan en la retaguardia a través de los
muertos. La guerra hace en ellos una mella brutal. Sus sentimientos van
cambiando conforme conocen el miedo, el dolor, la angustia de presenciar el
sufrimiento propio y ajeno.
Para Arthur que
no entiende el conflicto, que no sabe de patriotismo y que nunca encontrará
sentido a algo así le procura por primera vez en la vida el sentimiento de
soledad y conoce por primera vez la amistad. Stefan a sus cincuenta años
descubrirá por primera vez en su vida el amor verdadero.
“Las mayores
decepciones provienen de nosotros mismos. No hay sentimiento más amargo que el
del propio desengaño, ni mirada más descorazonadora que la que lanzamos a
nuestro presente desde la cálida luz de la infancia, cuando al imagina el futuro
nos intuíamos incapaces de hacer el mal” (Página 143)
Uno de los
grandes aciertos de la novela es el estilo narrativo del autor que hace gala de
un gran conocimiento y manejo de la lengua. Un prosa depurada, personal y muy
reflexiva pero a la vez seductora. Narrado
en tercera persona omnisciente utiliza el presente como verbo para situarnos en
la historia. La novela se estructura en capítulos cortos que van alternando las
respectivas historias de ambos personajes y estableciendo entre ellos cierto
paralelismo.
A pesar de
contar con dos personajes ficticios el contexto es real. El atentado contra
Francisco Fernando en Sarajevo sentó las bases que dieron origen a la Primera
Guerra Mundial cuando provocó el ataque del imperio austrohúngaro contra Serbia.
Su asesino Gavrilo Princip, con quien comienza el relato, pertenecía a la
organización Mano Negra.
Aunque la
novela se ambienta dentro de la Primera Guerra Mundial, el conflicto está en un
plano secundario, sólo encontraremos escenas que los protagonistas viven narradas
de forma muy concreta y su objetivo no resulta el de instruir al lector sino
situar la historia.
“… porque las guerras se ganan y
se pierden en los despachos donde se dirimen las alianzas, en los laboratorios
de los ingenieros y en las cabezas de los estrategas, pero no en una zanja
defendiendo con bravuconadas una bandera” (Página 46)
Si el desarrollo resulta interesante, su final nos deja
impactados. El autor da un giro bastante sorprendente para hilar ambas tramas
que en principio parecen no tener mucho que ver.
Conclusión
El fotógrafo de cadáveres
es una lectura interesante que se escapa de las manos sin que nos demos cuenta.
Que nos narra dos historias duras y que al final nos deja cierta sensación de
desasosiego. Os recomiendo su lectura si buscáis algo más que una simple historia.
** Gracias a Julio por facilitarme su lectura