Título: Una canción casi olvidada
Autor: Katherine Webb
Editorial: Lumen
Páginas: 560
Zach Gilchrist es un cuarentón que
observa de forma impasible como su vida se va desmoronando sin poder ejercer
ningún control sobre ella. Es propietario de una galería de arte que está al
borde de la quiebra y su ex mujer pretende llevarse a su única hija a vivir a
otro continente. Autor: Katherine Webb
Editorial: Lumen
Páginas: 560
Tan sólo le queda una pasión
frustrada por la pintura y sus amados cuadros del pintor Charles Aubrey. Un
artista por el que tiene obsesión y del cual sospecha ser descendiente desde
que su abuela lo conociera en 1939.
Con el fin de recabar información
para escribir un libro sobre su figura se traslada al pueblo de Blacknowle
situado en la costa de Dorset. El lugar donde el pintor pasó sus últimos
veranos junto a su familia antes de morir en la guerra y donde pintó algunos de
sus mejores lienzos.
En el pueblo cierto mutismo recae
sobre la figura del pintor Aubrey y muy pocos están dispuestos a ofrecer la
información de la que disponen. Tan sólo Dimity, un anciana que lo conoció
cuando sólo era una niña y que frecuentemente aparece en sus cuadros, parece
estar en disposición de arrojar luz sobre los últimos años del artista. Aunque para acceder a sus recuerdos deberá
ganarse antes su confianza pues la anciana no es demasiado sociable con la
gente del pueblo.
Sin darse cuenta Zach se hará
participe de un relato estremecedor donde nada es lo que parece y donde hay
secretos que quizás sea mejor que nunca vean la luz.
Mi experiencia con la novela
Después de leer El legado, la opera prima de esta autora
británica y con la que ha cosechado un éxito considerable, no quería dejar de
leer esta novela. Aunque hubo algunos aspectos en la anterior que no acabaron
de convencerme (sobre todo su final) disfruté muchísimo con su lectura y me
apetecía seguir descubriendo a esta autora.
Una canción casi olvidada es
una novela llena de misterio y suspense
que hará las delicias de los lectores aficionados al género. Una
historia que engancha de principio a fin y cuyas páginas vuelan entre las
manos. Ya sabéis los habituales del blog que me encantan las sagas familiares.
La trama se desarrolla a través de dos líneas argumentales. Por un lado
tenemos la parte que se ubica en la actualidad y a través de la cual
acompañaremos a su protagonista, Zach Gilchrist, por los acantilados de
Blacknowle buscando información sobre el famoso pintor Charles Aubrey para
elaborar un libro que aporte una nueva visión sobre sus últimos años de vida. Casi
por casualidad se entera de la existencia de Dimity, antigua musa del pintor,
una anciana retraída que puede aportarle una nueva faceta del pintor.
Simplemente tiene que encontrar la manera de que la mujer confíe en él.
La otra línea argumental se remonta a finales de los años treinta cuando
Dimity tenía tan sólo catorce años y se vio fascinada por la familia de un
pintor que la acogió de forma muy cariñosa. Su madre fue una curandera que
ejercía la prostitución y la gente del pueblo evitaba relacionarse con ellas
por lo que la muchacha pasaba la mayor parte del tiempo en la más absoluta
soledad. Pero lo que comienza como una historia maravillosa termina por convertirse
en un infierno para cada uno de los protagonistas.
En cuanto a los personajes no he podido evitar sorprenderme con la
aparición de un personaje principal masculino. Habitualmente en este tipo de
historias son las figuras femeninas las que acaparan todo el protagonismo
relegando a un segundo plano las figuras masculinas que suelen quedar
medianamente dibujadas.
Cada uno de los personajes que aparecen en la novela están conformados
con cierta profundidad, incluso algunos de ellos son bastante complejos. Salvo
Dimity, a la que conoceremos como adolescente y anciana, cada trama cuenta con
sus propios protagonistas. Son figuras sólidas capaces de mostrarnos tanto su
lado más amable como sus aspectos más oscuros. Los personajes no actúan de
forma arbitraria sino que cada uno de sus hechos está debidamente justificado. Entendemos
perfectamente sus sentimientos y además son capaces de generarnos distintas
sensaciones.
Uno de los personajes que más atractivo me ha parecido y resulta
imprescindible en el desarrollo ha sido Dimity y a quien conoceremos con mayor
amplitud. Una niña insignificante casi invisible a los ojos de los vecinos del
pueblo pero cuya vida es casi un infierno. Maltratada por su madre y humillada
por otros chicos ha aprendido a desaparecer cuando debe hacerlo y a no
quejarse. Sabe que la mejor manera de actuar es pasar desapercibida a los ojos
de los demás aunque está deseosa de ser amada y complacer. En la última etapa
de su vida se ha convertido en una mujer apática y solitaria, los recuerdos le atormentan
y los fantasmas del pasado le persiguen. A lo largo de la novela comprenderemos
fácilmente como se produce esta evolución, todas esas vivencias que ha asumido
y la han transformado.
Cuando la familia Aubrey aparece en su vida encuentra una oportunidad de
sentirse querida y valorada, de por primera vez en su vida sentirse parte de
algo. Charles, Celeste, Delphine y Elódie serán ese padre, madre o hermanas que
nunca conoció.
También destacable el protagonista de la historia, Zach, un hombre descorazonado
que se ve a sí mismo como un perdedor. Busca algo pero no tiene la certeza de
qué es. Sueña con pintar pero no encuentra la inspiración. Estos dos personajes
son en cierto modo antagonistas. Zach un hombre abierto, sencillo y
transparente mientras Dimity es una mujer extraña, cerrada e inquietante.
Mucha importancia tienen en la novela la creación de ambientes y
escenarios. La costa de Dorset es un lugar que cuenta con un paisaje evocador. Un
entorno rural donde la vista se puede perder entre las praderas, los
acantilados y el mar. Un lugar apacible que se vuelve turbio por momentos,
donde sus habitantes guardan secretos y los forasteros no son bienvenidos. Un
paraje que en ocasiones se oscurece por las brumas y la lluvia. Además
viajaremos a Marruecos, un lugar colorido y exótico que contrasta con el
panorama gris de las costas inglesas.
El estilo narrativo de Katherine Webb es muy cuidado y a la vez sencillo con una prosa envolvente incluso
elegante a la par que agradable. Hace un buen uso de descripciones de ambientes
y personajes y combina a la perfección narración con dialogo de forma que
imprime agilidad en la lectura. La narración se lleva a cabo a través de un
narrador omnisciente en tercera persona con constante uso del flashback para
moverse entre las dos épocas en que se desarrolla la historia. Esta transición
ocurre de forma muy sutil y casi sin que nos demos cuenta pero sin
confundirnos.
La historia comienza de forma algo lenta, deteniéndose en multitud de
detalles y haciéndonos esperar hasta entrar en materia pero las últimas
páginas, en las que se van descubriendo todos los secretos, son totalmente
adictivas. No hay forma de dejar apartada la historia en la que hay constantes
descubrimientos impactantes, diversos giros y muchas sorpresas. Se trata de un
final vibrante que pone una buena guinda a la historia.
Temía llegar al final porque en El
legado la resolución me pareció tan rocambolesca y rebuscada que en cierto
modo me dejo insatisfecha y algo decepcionada pero en esta ocasión la autora ha
sabido encontrar un final coherente, ingenioso y atractivo aunque no exento de
ciertas situaciones de nuevo un tanto forzadas.
Conclusión
Una canción casi olvidada es
una novela de secretos inconfesables, amores enfermizos, pasiones, celos,
mentiras… narrada con mucho gusto, con una gran dosis de intriga y un final
apasionante e imprevisible.