Marina es una
periodista madrileña que tras una ruptura sentimental decide tomarse un año
sabático. Para huir del dolor, de las situaciones comprometidas e intentar
encontrarse a sí misma se traslada a la finca de Tamadaya situada en un idílico
paisaje en la isla de Tenerife.
Cuando los dueños del
complejo rural le muestran una calavera aparecida junto a otros restos óseos en
un movimiento de tierra realizado hace más de cuarenta años en la finca su
interés en la historia surge inmediatamente. Se trata del cadáver de una mujer
y dos niños que parecen pertenecer a los guanches, la comunidad aborigen que
habitaba la isla antes de que produjera la conquista castellana.
Con la ayuda de varias
personas que conoce en la isla, Marina comienza una investigación que tiene
como objetivo desenmascarar la identidad de los cadáveres encontrados así como
desentrañar los secretos que esconden. Mientras, espera encontrarse a sí misma
y definir el rumbo que ha de tomar su vida.
Mi experiencia con la
novela
Hace unas cuantas semanas un mensajero llamó a mi puerta y
me dejó está novela. No recuerdo que me la hubieran ofrecido previamente así
que fue una sorpresa muy agradable. Hasta el mismo momento en que la tuve en
mis manos no había escuchado hablar de ella ni conocía a su autora pero lo
cierto es que despertaba mi curiosidad. La sinopsis me parecía atractiva y su
portada, idílica y sugerente, me invitó a su lectura.
Tal vez porque he leído muy pocas historias que estén
ambientadas en la isla tinerfeña y que nos hablen de su historia me apetecía
mucho descubrir que me iba a encontrar en sus páginas. Quizás a Marina, la
protagonista de esta historia, le pasó como a mí, se vio seducida por una
historia que parecía contener muchos secretos guardados
El comienzo de la historia no es original ni novedoso aunque
en su desarrollo la novela va ganando cuerpo y aumentando el interés de la
historia. La trama personal es un tanto previsible aunque la parte histórica,
la que se refiere a los descubrimientos, me ha gustado mucho tanto por la forma
de exponerla como la manera en que se van desarrollando los acontecimientos.
Tras romper con su pareja Marina decide alejarse de todo
durante un tiempo para pensar, aclararse y darse un respiro. No puede elegir un
emplazamiento mejor que la finca rural de Tamadaya situada en Tenerife, un
lugar ya conocido por la protagonista y donde se encuentra muy a gusto. Allí
tendrá conocimiento de un fantástico descubrimiento arqueológico sacado a la
luz hace más de cuarenta años en la finca. Se trata de los cadáveres de una
mujer y dos niños pequeños que al final han quedado olvidados en cualquier
cajón de un laboratorio y nadie ha parecido darle otorgarle relevancia.
Inmediatamente saltan sus alarmas y decide emprender una
investigación que desvele el origen así como la identidad de los cuerpos. En su
aventura no estará sola sino que contará con el apoyo de Ángel y Kristin, los dueños de la finca
con los que tiene una maravillosa relación además de disfrutar de la compañía inmejorable
de dos hombres muy especiales. Nacho es un ingeniero madrileño que trabaja en
la finca y Fernando un antropólogo que le proporcionará una gran ayuda en sus
pesquisas.
En la novela se hace una excelente presentación de cada
personaje por pequeña que sea su aparición en la misma de forma que cada uno de
ellos los podemos imaginar a la perfección. Además el conjunto de personajes es
muy variado y con distintas personalidades. Muchos de ellos se mueven por interés,
por dinero o por emociones tal y como sucede en la vida real.
Marina es una mujer en la que otras muchas otras podrían
identificarse. Muchos hemos sentido la necesidad de huir de nuestra realidad en
momentos complicados. La ruptura con su pareja, que se ha realizado sin dramas
ni grandes escenas, supone para ella un
desconcierto y una situación dolorosa pero también la excusa perfecta para
evaluar si estaba satisfecha con su vida. No es de extrañar que ante esta
situación, Marina busque refugio en una historia que no tiene nada que ver con
ella.
La novela quizás cuenta con un desarrollo algo lento pero
tiene una prosa agradable y cercana. Su estilo es correcto y accesible al
lector sin detenerse en florituras ni excederse en la descripción de espacios. Existe
un buen equilibrio entre narración y dialogo aunque ya os digo que su ritmo no
es trepidante. Hay que tener un poco de paciencia para que la historia tome
consistencia y comiencen a ocurrir cosas. La narración, en tercera persona, es
lineal y para hablarnos del pasado utiliza relatos de algunos personajes que
aparecen en ella.
La historia se desarrolla en la actualidad en la comarca
tinerfeña de Abona. La finca Tamadaya, en donde se localiza la acción aunque es
imaginaria tiene una base real. A través de las descripciones de la autora es
muy fácil sentir el ambiente que se respira en la novela. La temperatura
veraniega, el sol radiante, el paisaje volcánico de la isla con sus barrancos y
desniveles y el intenso azul del mar. Un lugar donde se respira tranquilidad y
armonía y donde uno puede dar rienda suelta a su imaginación.
Sin duda lo que más interesante me ha parecido en la novela
ha sido conocer los antepasados que vivieron en las islas canarias. Tenía una
muy vaga referencia de los guanches y me ha resultado muy agradable acercarme a
su cultura y sus leyendas. Aún a día de hoy se tienen muchas lagunas sobre esta
etnia y muchos datos acerca de ella son supuestos. Aunque no se sabe con certeza parecen ser de
origen bereber (norte de África) y ya se dedicaban a la agricultura y la
ganadería. Vivían en cuevas, adoraban al dios Achamán, representado por el sol
y momificaban a los muertos. He disfrutado mucho con las leyendas sobre este
pueblo, conociendo algunas de sus costumbres y su forma de vida mientras los
personajes especulan sobre sus hipótesis.
A medida que el final de la novela se acerca la autora irá
resolviendo tanto la trama personal de Marina, que creo que no sorprenderá a
ningún lector, como la referente a los cadáveres aparecidos. Sin duda, esta es
la mejor parte en la novela y en la cual se torna mucho más interesante de
forma que es difícil abandonar su lectura hasta haberla finalizado.
Conclusión
Búscame donde nacen
los dragos es una novela agradable de leer, algo lenta en ocasiones pero
entretenida e instructiva. Nos habla de una reina pero también de una mujer que
se necesita encontrarse a sí misma.
Una historia que nos permite acercarnos a una cultura de la
que muy poco se sabe y seguro que interesara a cualquier lector que inicie su
lectura. Como telón de fondo en la trama conoceremos que se esconde tras el
comercio ilegal de antigüedades y el coleccionismo de piezas antiguas.
** Gracias por el ejemplar a Plaza y Janés
** Gracias por el ejemplar a Plaza y Janés