lunes, 1 de julio de 2019

Largo pétalo de mar - Isabel Allende


Isabel Allende es una de mis escritoras contemporáneas favoritas. Nunca me pierdo sus novelas y la adoro. La llevo siguiendo desde hacer muchísimos años y creo que no me falta ninguno de sus libros por leer. Y es quizás por ello que me ha sorprendido encontrarme nuestra Guerra Civil en una parte de esta novela aunque no sea su trama principal.

Y así es como comienza la novela. Víctor Dalmau es un joven que en pleno conflicto bélico tiene que abandonar sus estudios de medicina para ayudar a las heridos en el frente. Además de ver el horror de la guerra va aprendiendo de aquellos médicos a quien ayuda. Con el término de la guerra y su posición en el bando de los vencidos se ve obligado a abandonar Barcelona y pasar a Francia por los Pirineos. El nuevo país no les recibe precisamente con los brazos abiertos y además ya ha perdido a casi toda su familia.

Solo le queda la compañía de Roser Bruguera, una joven a quien su padre acogió y que fue su pupila en el piano. Juntos emprenderán un nuevo viaje a bordo del Winnipeg, un barco en el que escapan muchos españoles hacia Valparaíso buscando asilo.

Confieso que el principio de la novela se me hizo un poco extraño. No me hubiese imaginado a Isabel Allende narrando la Guerra Civil. En su voz me resultaba algo ajena y más lejana. Sin embargo una vez salimos de Europa y viajamos a Chile me ha vuelto a parecer ella misma. No ha sido cuestión de la trama, ni de los personajes, ni de la forma de contar. Simplemente creo que es la novela más realista de la autora. La que te ofrece una realidad que todos sabemos cierta.  Y creo que eso era un poco lo que me extrañaba de la historia. Pero creo que en Chile se ha movido mejor y con mayor soltura. Quizás porque precisamente esta parte es más conocida para ella y más desconocida para mí.

Si bien es cierto que Isabel Allende se ha ido reinventando con los años. Alejándose de ese realismo mágico de sus primeras historias y explorando nuevos géneros. En esta ocasión le ha tocado al histórico. No solo nuestra guerra, sino también de alguna manera lo que después sucedió en esa época en Europa con la II Guerra Mundial a punto de estallar. No se centra mucho en estos conflictos pero si en cómo los vivieron las personas, que al final es de lo que siempre tratan sus novelas: de personajes. Ellos son quienes les dan vida.

Quizás muchos no sepan que el poeta Pablo Neruda, muy comprometido con la causa política, fue artífice de que el Winnipeg, ese navío que los llevó lejos de una más que probable muerte, saliera desde Francia y llegara cargado a Chile. Un bonito homenaje al autor cuyas frases abren cada capítulo de la novela e incluso al que hace referencia su título. Y también es lógico pensar que hablando de Chile no podía dejar de mencionar a su tío Salvador Allende. Al final es una novela que abarca desde los años treinta hasta los noventa. Un periodo en el que pasaron tantas cosas en el mundo que no terminaría de enumerarlas.

Largo pétalo de mar, en mi opinión, es una historia de desarraigo, de refugiados, de lealtades, de la defensa de las ideologías. Pero también es una gran historia de amor. No un amor romántico que es impetuoso ni nos dejará momentos de gran furor. Es un amor tierno, calmado, forjado a fuego lento, verdadero y sobre todo respetuoso y desinteresado. Aunque no será el único que encontremos en la novela porque sus personajes tendrán la suerte de conocer distintas formas de amar, aunque también la desgracia de experimentar diferentes formas de sufrir.

Parece ser que la autora se ha inspirado en dos personajes reales para inventar a Víctor y a Roser. A través de ellos nos muestra las vivencias de aquellas personas que creo que les tocó vivir en uno de los periodos más difíciles de nuestra historia. No solo por la guerra, sino porque tendrán que abandonar su casa, perder a sus familias, vivirán en campos de trabajo, serán refugiados en diferentes lugares e irán rodando una y otra vez en diferentes lugares hasta llegar al definitivo. Cada uno de ellos tendrá su manera de afrontar la realidad.

Y todo ello relatado con las peculiaridades narrativas que son propias de Isabel Allende. Su estilo, sus expresiones típicas, su forma tan mágica de contar. Al final es que a mí Isabel Allende me da igual lo que cuente sino que lo que más valoro es como lo hace.

En definitiva, Largo pétalo de mar, es una novela que he disfrutado mucho. Quizás más y más conforme me acercaba al final. Una novela que quizás no sea lo que los seguidores de Isabel Allende esperan de ella pero que yo he leído con placer.