martes, 24 de julio de 2018

Todos los veranos del mundo - Mónica Gutiérrez


Título: Todos los veranos del mundo
Autora: Mónica Gutiérrez
Publicación: Roca, julio de 2018
Páginas: 204

Helena, decidida a casarse en Serralles, el pueblo de todos sus veranos de infancia, regresa a la casa de sus padres para preparar la boda y reencontrarse con sus hermanos y sobrinos. Un lugar sin sorpresas, hasta que Helena tropieza con Marc, un buen amigo al que había perdido de vista durante muchos años, y la vida en el pueblo deja de ser tranquila.

Quizás sea el momento de refugiarse en la nueva librería con un té y galletas, o acostumbrarse a los excéntricos alumnos de su madre y a las terribles ausencias. Quizá sea tiempo de respuestas, de cambios y vendimia. Tiempo de dejar atrás todo lastre y aprender al fin a salir volando.

Mis impresiones

Nuestra compañera Mónica Gutiérrez se ha ido afianzando poco a poco y su carrera como escritora es cada vez más sólida. He leído de ella Cuéntame una noctalia, El noviembre de Kate y La librería del señor Livingstone, novelas encuadradas en la literatura feel good, que he disfrutado ampliamente y hacen honor al género en el que se encuadran.

“Aquí estoy de nuevo, en el pueblo de mis padres, el pueblo de mis veranos de infancia. Todavía me queda un buen cuarto de hora por un camino de cabras para llegar hasta la casa pero antes decido pararme en La Cacerola. Aparco de cualquier modo, teniendo en consideración que aquí todavía no hay diferencia entre calzada y acera, solo adoquines romanos —si es que es cierta la historia que cuenta la alcaldesa Miranda y los romanos se dignaron a llegar hasta Serralles—, abro la puerta del coche y saco la cabeza.”

Helena ha vuelto a Serralles, el pueblo en los Pirineos donde pasaba los veranos de su infancia con su familia, para organizar su boda y casarse con su prometido Jofre. Allí se reencontrará con su madre, su hermana Silvia, ecologista implicada en la causa, y con su hermano Xavier, un escritor de éxito que ha está pasando por el difícil bache que es un divorcio, y sus dos sobrinos. También añorará a su padre, al cual no hace mucho tiempo que todos han perdido. Sin embargo la casa que recordaba ahora es muy diferente. Su madre ha organizado un taller culinario orientado al turismo rural.

En Serralles la vida se desarrolla de forma muy diferente a como sucede en Barcelona, el lugar donde vive y en el que trabaja como abogada, y Helena, que trae un secreto, rememorará muchos momentos felices y descubrirá una curiosa librería que han abierto hace poco. Todo ello junto al encuentro con Marc, su mejor amigo de la infancia y al que no veía desde hace dieciocho años, harán que se replantee su vida.

Todos los veranos del mundo es una novela que transmite positividad, buen rollo y que te hace sentir bien durante su lectura. Es una historia amable como todas las novelas anteriores de Mónica que te invita a mirar todo aquello que te rodea y ver si lo que tienes es lo que quieres. Esto justo es lo que le sucede a Helena, la protagonista de esta historia. En la novela hay una parte romántica que completa lo anterior. Quizás un poco previsible pero que se desarrolla de una forma muy natural. Sin forzar y sin almibarar en exceso.

Y los personajes en esta historia son algo fundamentales y la sensación que nos producen es que son de carne y hueso, sencillos y con caracteres muy diferenciados resultan muy humanos. Helena es una abogada que cree que su vida está bien. Tampoco se ha planteado muchas cosas hasta que regresa a Serralles en donde comenzará a verse desde fuera. Las personas que la rodearán esos días serán determinantes. Con algunas será fácil comunicarse, con otras no podrá cruzar ciertas barreras y con algunas otras tendrá cuestiones que solucionar. Al ser ella la narradora la sentimos muy cercana y vamos percibiendo muy bien esos cambios que se producen en ella. Además cuenta con un buen elenco de secundarios que vamos conociendo a través de los ojos de sus protagonista. Y me ha gustado conocerlos, como por ejemplo el vikingo, que nos da una buena lección de humanidad.

Como siempre el estilo narrativo de Mónica es cuidado, sencillo, elegante y muy cercano creando buenas sensaciones en el lector. Su argumento no es muy complicado, no nos va sorprender ni intrigar (tampoco creo que esto sea lo que pretende su autora) pero sabe cómo agradar al lector. Las referencias a la literatura, a libros, autores, que ya aparecían en sus anteriores novelas siguen ahí presentes lo que demuestra lo mucho que la autora la ama y hace que los que también la amamos tengamos un extra.

Una de las cosas que más me han gustado de esta novela ha sido su maravillosa y detallada ambientación que dan un toque especial al libro. Abrir este libro es como volver a esos veranos de la infancia. A los suelos empedrados de los pueblos, a la tranquilidad, al olor de las flores, a la nostalgia, al buen tiempo y al disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.

Conclusión

Todos los veranos del mundo es una novela fresca, agradable y que te inunda de buenas sensaciones. Una novela para leer con gusta y dejarse llevar por ese ambiente de pueblo que disfrutamos muchos y que yo he visto reconocido en la novela.