lunes, 23 de junio de 2014

Una madre - Alejandro Palomas



Título: Una madre
Autor: Alejandro Palomas
Publicación: Siruela, 2014
Páginas: 242

El retrato de una ciudad acogedora y esquiva a partes iguales, de una familia unida por los frágiles lazos de la necesidad y del amor y la mirada única de una mujer maravillosa en un momento extraordinario.

Faltan unas horas para la medianoche. Por fin, después de varias tentativas, Amalia ha logrado a sus 65 años ver cumplido su sueño: reunir a toda la familia para cenar en Nochevieja. Una madre cuenta la historia de cómo Amalia entreteje con su humor y su entrega particular una red de hilos invisibles con la que une y protege a los suyos, zurciendo los silencios de unos y encauzando el futuro de los otros. Sabe que va a ser una noche intensa, llena de secretos y mentiras, de mucha risa y de confesiones largo tiempo contenidas que por fin estallan para descubrir lo que queda por vivir. Sabe que es el momento de actuar y no está dispuesta a que nada la aparte de su cometido.

Un cartel luminoso que emite mensajes desde una azotea junto al puerto, una silla en la que desde hace años jamás se sienta nadie, una Barcelona de cielos añiles que conspira para que vuelva una luz que parecía apagada, unos ojos como bosques alemanes y una libreta que aclara los porqués de una vida entera… Una madre no es solo el retrato de una mujer valiente y entrañable, y de los miembros de su familia que dependen de ella y de su peculiar energía para afrontar sus vidas, sino también un atisbo de lo que la condición humana es capaz de demostrarse y mostrar cuando ahonda en su mejor versión.

Mis impresiones

Hay libros que te desarman, que no importa que ya te hubiesen avisado, que te acercas a ellos desprevenida y cuando te quieres dar cuenta te han llegado demasiado hondo. Que conste que no soy una lectora fácil de emocionar. No me refiero a emocionar en el sentido de causar estados de ánimo sino en el sentido de calar fuertemente y que algo te toque el corazón. A lo sumo tres, cuatro novelas son las que lo han conseguido. Y desde que cerré este libro Una madre se ha convertido en una de ellas.

Las familias no son elegibles. Uno no decide libremente a cual se acopla ni cual serán el carácter de sus miembros y lo cierto es que además cada cual ocupa su propio lugar en la misma y no es de ninguna manera sustituible. Inevitablemente una parte de nuestro camino hemos de recorrerlo en familia compartiendo, soportando o apoyándonos en el resto mientras otra parte lo tendremos que hacer en soledad.

“Mamá había dicho que ella misma compraría las flores…”

Cuando comienza la novela Alejandro Palomas nos convierte a Amalia, la madre, en una Clarissa Dalloway, una anfitriona que a sus sesenta y cinco años ha logrado por fin reunir a todos los miembros de su familia durante la Nochevieja después de transcurrir varios años en que las ausencias han marcado esta celebración.

Según las agujas del reloj se acercan a la medianoche Fer, Silvia y Enma, sus tres hijos, su hermano Eduardo y su nuera Olga ser reúnen alrededor de una mesa.  Amalia sabe que será una noche especial, de reencuentros y risas, de confesiones y silencios, de la celebración de las pequeñas alegrías pero también de rememorar momentos dolorosos, de lanzas incendiadas, de tensiones acumuladas o reproches contenidos. Una noche compleja en una familia a la que se le atraganta la navidad….

Una madre nos introduce durante una noche en un particular universo familiar que puede resultarnos más o menos conocido puesto que las familias son únicas y en ocasiones solo entendibles desde dentro. Como cualquier otra esta familia se rige por su propias normas, sus rutinas o los códigos que ellos mismos han inventado. Este un viaje por emociones profundas, a veces contenidas, otras desbordadas, por sentimientos o recuerdos de los personajes que pueden evocar los propios. Un viaje a través de las risas y las lágrimas porque esta es una historia agridulce, plagada de momentos crueles que se entremezclan con algunos inevitablemente divertidos que nos despertaran una sonrisa.

Una de las grandes razones por las que leer esta novela es Amalia, LA MADRE. Y lo escribo con mayúsculas porque es el personaje que llena la novela. Amalia es inmensa. Pero no porque sea la protagonista sino porque es imposible no hacerle un hueco en nuestro corazón. Un personaje tremendamente humano, entrañable, ingenuo, con sus ocurrencias, su adulta inmadurez, su alegría y su peculiar forma de intentar arreglar las cosas. Una mujer divorciada, gracias a Dios, que durante años vivió a la sombra de un granuja y que una vez fue libre pudo encontrar su lugar en el mundo disfrutando de su propio momento. Una mujer a quien su ceguera impide ver por los ojos por lo que mira a sus seres queridos con el corazón.

Compañeros de mesa son su hijo Fer, que ha convertido en único compañero de viaje a  perro, Silvia, efectiva, cortante y aséptica, Emma, incapaz de llenar una ausencia, Olga, su siempre correcta pareja, el necesitado de afecto tío Eduardo y Max y Shirley, sus perros, tan esenciales en su vida como el resto.  Y por supuesto la silla de las ausencias, esa que nunca puede ocupar nadie, esa que todos reservamos a quien ya no la puede utilizar.

Todos estos personajes están magníficamente retratados al igual que las relaciones que existen entre ellos. Personajes a los que igual ponemos una cara porque son figuras en las que hemos reconocido a algún familiar o incluso a nosotros mismos.

“…todos hemos sido algo que muchas veces explica lo que somos ahora” (Página 101)

“…acumulamos en algún rincón todos los yoes que creemos haber perdido por el camino” (Página 102)

Y son tantas las reflexiones prendidas a esta historia que solo se pueden recorrer sus páginas de forma serena, sin prisas ni plazos y dispuesto a dejarse llevar. Alejandro Palomas nos habla de aquellos temas comunes a la familia como pueden ser las relaciones de pareja, la maternidad, las relaciones fraternales e incluso con los anexos a la familia, aquellos con los que hemos de tragar a menudo. Nos presenta sus dificultades, de lo complejo que puede resultar entenderse o incluso tolerar ciertas aptitudes aunque siempre existe la recapitulación y perdón. Pero también nos habla del “yo” individual que se mantiene independiente de cónyuge, de hijos o hermanos. De cómo uno mismo va evolucionando y convirtiéndose en distintas cosas según sus vivencias le vayan moldeando.

“Creíamos cosas que se creen porque alguien, en un rincón de nuestras historias, nos dibuja mapas del tesoro con pistas falsas. Luego, cuando esos mapas nos llevan al cofre prometido, saltan los candados y con ellos la sorpresa. Con el tiempo aprendemos que los mapas son de quien los dibuja, no de quien los persigue, y que en la vida sonríe más quien mejor dibuja, no quien más empeño pone en la búsqueda.”  (Página 124)

Con  un estilo envolvente, marcadamente emocional, evidentes toques de ironía y humor que terminan por contagiar, y diálogos muy expresivos es Fer el personaje que en primera persona nos va narrando todo lo que ocurre durante esa noche. Desde los preparativos que organiza junto a su madre, hasta el momento en que se encuentran todos ellos cara a cara. La narración lineal del tiempo presente se interrumpe con mucha frecuencia para evocar el pasado, para que vayamos conociendo como es cada uno de los miembros asistentes a la cena. La novela se estructura en cuatro libros o partes que se encuentran a su vez dividas en capítulos interiores numerados. Como he dicho ya, es una novela para saborear despacito e ir captando todos sus matices.

Conclusión

Una madre es una novela de intensas emociones. Una historia agridulce, construida sobre lo cotidiano con la que pasar de la risa al llanto, en la que buscar, reflexionar, sentir y que al terminarla te deja tocado el corazón al igual que Amalia, un personaje imposible de olvidar.