jueves, 2 de enero de 2020

Rómpete corazón - Cristina López Barrio


Desde que descubrí a Cristina López Barrio con La casa de loa amores imposibles que, si no me equivoco fue su primera novela, la he seguido muy de cerca y he de confesar que como autora me tiene muy despistada. Cuando un autor me gusta lo hacen sus historias y su estilo y en concreto no acabo de saber encajar en ningún lugar concreto a Cristina López Barrio. Cuando sale algo nuevo no sé qué esperar de ella. Es una gran inventora de historias, de las que me gustan, pero yo creo que aún no ha encontrado un estilo propio en el que quedarse y ha experimentado diferentes cosas con diferentes resultados para mí. Por ello no he disfrutado igual de todas sus novelas.

Rómpete corazón es su último título y del que hoy os voy a hablar. Una historia de amor, muerte y familia que no empecé con muy buen pie pero cuyo final es vibrante.

Todo sucede en una finca familiar situada en el monte Abantos, en San Lorenzo del Escorial. Blanca Oliveira ha vuelto a vivir allí con su marido Ricardo y sus dos hijas a pesar de sus reticencias. Poco tiempo después de llegar se arrepiente de su decisión porque vuelve a vivir el episodio que más la traumatizó en su vida. Hace unos doce años desapareció su hija Alba y nunca más se supo de ella. Ahora ha vuelto a perder a su otra hija pequeña Clara, de tres años, en circunstancias similares.

Para toda la familia será una pesadilla desconcertante. Mientras que para el inspector de policía Roger, a punto de jubilarse, será una especie de deja vú del que no es capaz de salir. Una investigación que lleva los mismos derroteros que la anterior y que no fue capaz de resolver en su momento. Porque no puede ser casualidad.

Me gusta el punto de partida de esta historia, que funciona como un bucle, me ha gustado su argumento, la estirpe de las Melgar, mujeres condenadas a una herencia trágica o la ambientación cerca del monte en un antiguo caserón familiar. Sin embargo, no me ha terminado de convencer su estructura; sobre todo en la primera mitad de la novela.

Se trata de una novela en la que se entremezclan diversos géneros. Bueno más bien, roza diversos géneros como la novela negra, la familiar o la romántica aunque en realidad no se centra en ninguno y termina siendo narrativa con muchos elementos. Partimos de la desaparición de una niña pequeña, descubrimos que anteriormente una de sus hermanas mayores también lo hizo dejando a su gemela sola. Poco a poco también descubrimos sentimientos como la soledad, el miedo, los celos, la impotencia.

He tenido la sensación de que en esa primera mitad la lectura era un constante coitus interruptus. Un quiero pero no puedo. Porque esos capítulos cortos me sacaban de la historia constantemente, o mejor dicho, me impidieron entrar en ella hasta bien avanzada la misma. Y es aquí el punto que menos me ha gustado esa forma de articular la estructura. Tan sesgada en voces y espacios temporales que me costaba unirlo todo. En la novela el tiempo actúa como especie de bucle en el que todo gira en torno a un mismo día: el de la desaparición.

Sin embargo a pesar de estar convencida de que buena parte de la novela flojea o falla de alguna manera (no es que sea mala pero sí es un poco abstracta) tiene una segunda parte muy buena. Una en la que empiezas a comprender, en la que vemos como la autora despliega esa gran capacidad de narrar que tiene y que hace que te hace que te quedes pegada a la novela.

Y luego sus personajes me parecen sensacionales. Aurora, la gemela que queda, Blanca, su madre, Ricardo, la pareja de Blanca, Arturo, el periodista. Roger, el inspector de policía, Estela, la adivina y criadora de caballos y otras son figuras fabulosas. Todos bien construidos en lo que es una coral que le da entidad y voz propia a la mayoría de ellos.

Y si me han gustado sus personajes también os anticipaba que me ha gustado su ambientación. Una mansión rural en las falda de un monte en El Escorial. Que en principio puede no parecer algo muy exótico ni especial, pero a la que la autora consigue dar un toque siniestro, con un torreón o túneles subterráneos que la hacen de cuento más si tenemos en cuenta las leyendas con las que la autora la adorna.