lunes, 7 de octubre de 2019

El hijo del doctor - Ildefonso García-Serena


Cuando una novela se escribe con sentimiento y pretendiendo ofrecer algo más que una historia que entretenga se nota. Se nota un especial cuidado en ella. Ildefonso García-Serena nació en el exilio y con El hijo del doctor pretende ofrecer un tributo a personas que sufrieron, que lucharon y a las que hoy pocos recuerdan. NO sabía que iba a encontrarme en este libro. No conocía a su autor aunque la temática encaja dentro de lo que son mis gustos y me aventuré con ella.

La historia arranca en el año 1888 en un pueblo de Teruel llamado Ariño. Román Muñiz, un humilde agricultor, y Pablo, su hijo mayor, regresan de la feria de Zaragoza. Es tarde y están cansados. El padre insta al hijo a adelantarse y así lo hace pensando que él necesita descansar. Pero Román no regresa al día siguiente a casa, ni a la semana, ni al mes... Nadie sabe lo que le ha ocurrido. Su esposa y cuatro hijos se preguntan qué ha sido de él, si sigue vivo o muerto.

Cien años más tarde, en 1999, Leo, el hijo de un médico republicano español, que ha crecido en Argentina se monta en un avión y se dirige al lugar en donde desapareció su bisabuelo Román, intentando averiguar que ha pasado en el siglo que ha transcurrido desde entonces.

No voy a contar nada más que esta historia. Podríamos considerar a El hijo del doctor como una saga familiar pero también como un testimonio de las vivencias personales de cuatro generaciones de personajes a quienes la historia y el contexto socio-político marcan sus vidas de forma ineludible. Cien años son los que recoge esta novela (1888 a 1999) de una gran riqueza e interés histórico para el lector. Viviremos junto a sus personajes situaciones adversas, momentos convulsos e inestabilidad y cambios dramáticos que también han ido cambiando el mundo y el rumbo de la historia. Hay muchos lugares que tendrán importancia en la novela pero serán España y Argentina dos sitios claves. No puedo nombrar en esta reseña todos lo que ocurre en la novela, porque es mucho, pero creo que más o menos podéis haceros una idea de lo que sucede en esa franja de tiempo. La historia es la que es y cualquiera tiene acceso a ella.

Pero no es solo una novela histórica (el autor aclara que la mayoría de los que sucedió en real) sino que también tenemos una parte en la que destacan sus personajes. Porque también hay historias muy humanas y conmovedoras en su interior. Un hombre desaparece y una mujer se queda sola con sus cuatro hijos. A partir de ahí conoceremos familias escindidas en dos, lucha por los ideales, de desarraigo, de la pérdida de las raíces, de renuncia, de supervivencia y de amor a la familia.

La historia comienza con Román y termina con Leo, su bisnieto. Sin embargo, el gran protagonista es Marino, el hijo del doctor, nieto de Román y padre de Leo. Su historia es la que tiene más peso en la novela, su vida, la que vamos a conocer de forma más amplia. Será de manos de este personaje de quien nos llegue el tema principal del que el autor quería hablar. El hijo del doctor es un homenaje a todos aquellos que se vieron obligados a exiliarse tras verse en el bando vencido en la Guerra Civil. Nos haremos una idea de sus vidas, de cómo lo tomaron, de lo que hicieron, deshicieron y como rehicieron sus vidas. Seremos conscientes de lo que dejaron atrás y perdieron, así como lo que ganaron.

Me ha gustado y he disfrutado mucho con esta novela. Una parte de ella es una saga familiar y otra, como ya he dicho, un repaso por un siglo de historia. Siendo una novela que no tiene un ritmo lento ni cadencioso tampoco podemos considerar que sea lo contrario. Creo que hay que dedicarle tiempo a su lectura para sacarle partido porque no es precisamente ligera. Hay mucho contenido en ella, muchos personajes, muchas tramas, muchos saltos en el tiempo y mucha información. Con todo ello al principio me sentía un poco perdida, pero es cuestión de tiempo.

En definitiva, El hijo del doctor me ha parecido una muy buena novela que recrea el mapa generacional de una familia. Una novela que está maravillosamente escrita (la prosa del autor es una delicia), que emociona, que entretiene y enseña.