martes, 12 de junio de 2018

La hija del fotógrafo - Víctor Navajo


Título: La hija del fotógrafo
Autor: Víctor Navajo
Publicación: Caligrama, marzo de 2018
Páginas: 492

Sebastián, nacido en 1941, es un adolescente reflexivo y observador que descubre, con solo diez años, el poder de las palabras. Desde entonces, se esfuerza en aprender a usarlas adecuadamente con un solo objetivo: compensar su escasa valentía y fuerza física. Para ello, las colecciona en carpetas etiquetadas por sabores, sentimientos, colores, etcétera, logrando conseguir el respeto de sus compañeros del instituto.

«No tendré músculos pero tengo palabras», reflexiona tras su éxito.

Amelia es la hija de un fotógrafo combatiente de la División Azul, hecho prisionero por los rusos en 1942, pocos meses después de que ella naciera en Berlín. Repatriado a España tras once años de cautiverio, recupera a su hija y ambos se establecen en Jarana, el pueblo de Sebastián. El joven se enamora de la muchacha y en su diario va describiendo las inquietudes y zozobras que ese sentimiento provoca en él, así como las entrañables relaciones con sus dos amigos, la vida del pueblo y los conflictos físicos y religiosos que le causa su incipiente sexualidad.

Dos años más tarde Amelia se traslada a Madrid. Sebastián no soporta la separación e intenta localizarla, emprendiendo una serie de aventuras que somete a prueba su tenacidad e ingenio.

Mis impresiones

Si observamos la biografía de Víctor Navajo no puede resultar más curioso la cantidad de labores que ha ido realizando desde los catorce años. Ha sido desde granjero, dependiente de una tienda de ultramarinos u operador de tricotosas hasta teniente de la Academia General de Aviación, miembro del equipo español de acrobacia aérea entre otras muchas cosas o inventor. También tiene una faceta como escritor y La hija del fotógrafo es su primera novela no destruida.

“Este diario me lo ha regalado mi padrino, el tío Baltasar. Tiene fama de aventurero porque se escapó del pueblo hace un montón de años y se fue a Argentina; pero he oído decir a madre que, en realidad, lo envió allí el abuelo para que no le pillase la guerra que se veía venir.”

Esta historia comienza en Jarana en mayo de 1954. Sebastián es un chico de trece años al que le gustan los libros y estudiar. De mayor dice querer ser escritor. Cree que a falta de cualidades físicas es la mejor forma de ser alguien en el futuro.

Vive en un pequeño pueblo donde todo el mundo se conoce y donde la vida de los demás es pública. Así cuando repentinamente muere Don Laurentino, el fotógrafo del pueblo, se monta un gran revuelo. Pero lo más importante para Sebastián es la llegada de un nuevo fotógrafo que ocupa el estudio con su hija Amalia, que tiene su edad. Es la primera vez que el muchacho siente mariposas en el estómago y una nueva emoción a la que no sabe ponerle nombre. La muchacha también parece aceptarle pero pronto se tendrán que separarse.

La hija del fotógrafo nos narra una gran historia de amor y a la vez es un homenaje a la palabra. Porque es través de las palabras la mejor forma de conocerse a uno mismo y dar a los demás lo que hay en nuestro interior. Esta novela nos cuenta la pericia de un muchacho que enamorado no quiere permitir que esa persona que siente como su alma gemela se escape de su vida. Y para ello está dispuesto a cualquier cosa.

Cuando hablamos de una historia de amor nos suele venir a la cabeza un romance empalagoso y en esta novela no nos vamos a encontrar eso sino una novela en la que hay realismo y honestidad. Es una relación que se cimienta sobre la amistad, sobre la cercanía, sobre el afecto y el compromiso. Una historia que nos deja el mensaje de que hay que luchar contra las adversidades y perseverar en conseguir lo que a uno le realmente le importa.

Una de las grandes bazas de esta novela, en mi opinión, es la construcción de personajes. A Sebastián le conoceremos desde que tiene trece años e iremos viendo su evolución. Comenzando por esos pequeños problemas que tiene un casi adolescente que se siente diferente por ser débil. Él es la oveja negra de la familia. No es fuerte, ni valiente ni decidido así que se refugia en las palabras y se da cuenta de que ello es lo que puede proporcionarle en la vida las herramientas que no tiene. Veremos cómo se enamora por primera vez pero también como esa persona se aleja de su vida. Al resto de los personajes los conoceremos según la percepción que el protagonista tiene sobre ellos.

Un elemento muy importante en la historia es el enclave espacial donde comienza. Estamos en un pequeño pueblo llamado Jarana. La vida transcurre con tranquilidad y monotonía y cualquier hecho por nimio que sea se recibe con curiosidad y expectación. Sus vecinos saben casi tanto de la vida de los demás como de la suya propia. Las habladurías pueden destruir a una persona. Luego los escenarios van cambiando en un viaje que Sebastián realiza persiguiendo al amor de su vida. Aunque no quiero contar demasiado.

La hija del fotógrafo es una novela que se desarrolla con calma. Tiene un ritmo pausado incluso en algún momento demasiado cadencioso al principio pero creo que le da la oportunidad al autor de explorar y profundizar en otras cosas. Como por ejemplo la reconstrucción de la vida a partir los años cincuenta en España con un país sumergido en plena posguerra. Se nota que el autor ha trabajado bien este aspecto y lo ha difuminado muy bien con la trama ficticia de forma que lo leemos con total naturalidad. También es cierto que es una novela que va ganando a medida que avanzas en ella ya que en la que en la segunda parte ocurren más cosas y se abren diferentes subtramas con cierta intriga hasta el desenlace.

Otra cosa que remarcar en la novela es su estilo narrativo. La primera parte se desarrolla a través del diario de Sebastián y es una voz que creo que está realmente bien lograda. Realmente tienes la sensación de que es un chico de trece años el que te habla. No solo por la forma de hablar sino por las preocupaciones, sus emociones, su forma de razonar o cómo ve la vida. Y todo ello en consonancia con la época en que se desarrolla. Creo que ha sido uno de los personajes más creíbles que he leído nunca. Una voz que madurando a la vez que crece el personaje y se convierte en adulto y se acerca a su sueño de ser escritor. La segunda parte de la novela es quizás menos emocional y cambia el tono narrativo. Ya no es su diario sino sus memorias.

Conclusión

Leer La hija del fotógrafo ha sido una buena experiencia. Es una novela que va ganando conforme avanzas en ella. Su protagonista está maravillosamente recreado y cuenta con una excelente ambientación.