Título: El camino de los Madigan
Autor: Anne Enright
Publicaión: Siruela, 2016
Páginas: 341
Hace tiempo que los cuatro hijos de Rosaleen Madigan abandonaron su pueblo natal en la costa atlántica de Irlanda en pos de unas vidas que nunca habrían soñado, en Dublín, Nueva York o Segú. Ahora que su madre, una mujer tan difícil como fascinante, ha decidido vender la casa familiar y dividir la herencia, Dan, Constance, Emmet y Hanna regresan a su antiguo hogar para pasar allí la última Navidad, con la sensación ineludible de que su infancia y su historia están a punto de desaparecer para siempre...
Hay pocos escritores que, como Anne Enright, sepan dotar al lenguaje de tanta tensión y tanto brillo, que puedan mostrar cómo las vidas de sus protagonistas estallan en mil pedazos para luego volver a fundirse en un cristal perfecto. O en palabras de la propia autora: «Cuando miro a la gente, me pregunto si vuelven a casa o huyen de sus seres queridos. No hay otro tipo de viaje. Y pienso que somos una clase curiosa de refugiados: escapamos de nuestra propia sangre o vamos hacia ella».
Mis impresiones
Inevitablemente una novela donde se toquen las relaciones familiares me
llama de forma poderosa. Es por ello que en cuanto vi El camino de los Madigan en el boletín de Siruela supe que tenía
que leerla. Su autora, Anne Enright, es muy polifacética y ha publicado tanto
ensayos como cuentos y novelas encontrándose con algunos premios en su carrera
literaria.
Esta es la historia de la familia Madigan, contada a través de las
vivencias de sus propios miembros. Pero la autora lo hace de manera diferente y
muy original creando un prisma con muchas aristas para que conozcamos a cada
uno de ellos. A través de diferentes capítulos protagonizados por Hanna, Emmet,
Constance, Dan y Rosaleen y fechados en diferentes épocas iremos conociendo
como son cada uno de ellos y como es la familia en conjunto.
Así, en la primera parte de la novela incluso podrían parecer un
conjunto de relatos con una coherencia final que comprenderemos con el paso de
las páginas. El primer capítulo está narrado por Hanna, la más pequeña de las hermanas
que en 1980 nos cuenta como para su madre supone una gran desgracia que Dan, su
primogénito, haya decidido ser sacerdote. El segundo relato está focalizado en
el propio Dan en 1991, han pasado muchos años y vemos en qué ha desembocado su
vida. Luego conoceremos otras muchas situaciones que viven Constance, Emmet y
Rosaleen, la madre.
En la segunda parte de la novela ya veremos cómo interactúa cada miembro
dentro del conjunto familiar durante una
navidad en que se vuelven a reunir y durante la cual conocerán una inesperada
noticia. Pero esta no es una novela más sobre unas vacaciones chafadas por el
resentimiento, las connotaciones son diferentes. Estamos ante una familia
irlandesa cuyas relaciones son complejas como las de muchas familias. El núcleo
familiar vivía en Ardeevin, en el condado de Clare, y luego cada hijo terminó abandonando
ese pueblo para rehacen su vida lejos del hogar materno. Parece que uno no
quiere alejarse de ese lugar donde ha sido feliz y que recuerda con cariño. Por
lo que deducimos que estos personajes, a los que les cuesta reencontrarse con
sus raíces, no buscan la nostalgia de la infancia vivida. Más bien parece que
la quisieran olvidar.
Quizás el problema sea Rosaleen o quizás sean sus hijos. Dan, Contance,
Emmet o Hanna se reencontrarán con los mismos conflictos de siempre, esos que
ya creían lejanos. Finalmente Dan nunca llegó a hacerse sacerdote sino que se
convirtió en un abogado neoyorkino. En esta ciudad descubrirá quien es realmente
a pesar de sus empeños en negárselo a sí mismo. Constance es una mujer rolliza
dedicada al cuidado de su familia. Es la que menos se ha alejado de su madre.
Emmet, vive en Mali y está muy concienciado con los problemas del tercer mundo.
Hanna vive en Dublín y está desperdiciando su vida, o al menos eso piensa su
madre, en una inexistente carrera como actriz. Y ¿Qué ocurrirá cuando esta
familia después de años de independencia vuelva a reunirse? ¿Habrá olvidado sus
antiguas redecillas? ¿O caerán en los mismos vicios en que se movían sus
relaciones?
Sin duda, Rosaleen me ha parecido uno de los mejores personajes. Una
madre desempeña una función muy importante dentro de una familia cuando los
hijos son pequeños. Es el modelo a seguir, la guía, la que todo lo controla.
Pero todo esto se puede desvanecer cuando los hijos crecen, siguen sus caminos
y deciden seguir sus propios impulsos. Sobre todo si falta esa unión y afecto.
Pero ¿Hay aún alguna manera de controlarlos emocionalmente? Esta madre lo tiene
claro.
Me ha gustado esta novela no solo por su estructura tan original al
narrarnos a través de los diferentes años la historia y diferentes personajes
sino también la forma en que Anne Enright es capaz de retratar las grandes
miserias humanas. Los rencores, la incapacidad de superar emociones
frustrantes, los malos entendidos. En esta novela toca además temas como el
amor en distintos niveles, el sexo, los vicios o ciertas adicciones.
Y al pasar por las diferentes décadas, más de treinta años de historia
familiar, nos encontramos con el problema que supuso el VIH para los
homosexuales a principios de los noventa, cuando aún era una enfermedad
incontrolable. Además de esta preocupación por la salud, nos habla del alcoholismo,
de las prioridades en el mundo acomodado frente a las necesidades de los
lugares en los que se vive la pobreza real, la del hambre y el miedo.
A parte de todos esos cambios narrativos, de perspectiva, contexto y
narrador que crea diferentes historias dentro de una misma novela y que al
principio pueden descolocar, es una obra que está magníficamente contada. Una
novela que te invita a seguir leyendo porque tiene una trama muy potente. La
autora crea momentos de gran tensión entorno a sus personajes y aunque no lo
percibas vas conociendo a cada uno de ellos por cómo piensan o actúan y no por cómo
te los hayan descrito.
Conclusión
El camino de los
Madigan me ha gustado mucho. Una novela original, diferente que se centra en
las relaciones humanas y que no cuesta nada leer.