jueves, 21 de junio de 2012

Mi planta de naranja lima - Jose Mauro de Vanconcelos




En la novela se nos narra un fragmento de la vida de Zezé, un niño que vive en un barrio muy pobre en Brasil, una zona olvidada y triste donde la existencia diaria es muy complicada. Forma parte de una gran familia numerosa donde el ocupa el último lugar ya que es el más pequeño entre muchos hermanos. La madre trabaja de sol  a sol y el padre se encuentra en el paro y frustrado.
Zezé tiene cinco años y como a todos los niños de su edad le gusta descubrir el mundo y andar siempre haciendo travesuras que terminan en las palizas que le propinan sus hermanos mayores.  Pero también es un niño que aprende rápido y tiene gran corazón.
Su familia incapaz de pagar el alquiler de la casa donde viven se ha visto obligada a abandonarla y buscar otra más pequeña. Y allí Zezé descubrirá que no se encuentra solo cuando conoce a Minguinho, una planta de naranja lima que le ayudará a crear un mundo propio, donde reina la fantasía y donde no existe pobreza, ni adultos descontentos. un mundo donde cobijarse y sentirse pleno.
Aunque Zezé pronto tendrá que abandonar definitivamente su niñez y hacer frente a los rigores de la vida adulta.
Mi experiencia con la novela
Esta es la historia de un niño de un niño de cinco años. Pero no un niño cualquiera sino un mestizo que ha caído en uno de los barrios más pobres de Brasil. Su padre no tiene trabajo y en el hogar hay muchas bocas que alimentar.
A Zezé su infancia le va a durar muy poco tiempo. Su situación familiar le impregna de una enorme dosis de realidad y le hace enfrentarse directamente con el dolor.  Para evadirse de la realidad Zezé ha encontrado un gran amigo y alguien que nunca le va a fallar. Se trata de un árbol que encuentra en el patio de la casa donde se han mudado y a quien ha decidido llamar cariñosamente Minguinho. Alrededor del árbol será capaz de crear un mundo muy diferente al suyo donde cobijarse y sentirse protegido. Lejos de la realidad y estableciendo una relación muy especial con su nuevo amigo.
También establece una bonita relación con un hombre al que todos llaman el Portuga que tiene el mejor coche de la ciudad y a quien Zezé ensalza y pone un pedestal. Logra encontrar en él a la figura paterna que no es capaz de sentir en casa y por fin ser correspondido en el cariño que siente.
Los adultos de la familia están demasiado preocupados con sus problemas y no le entienden. Aprovechan cualquier travesura para pegarle. Es una casa donde no hay nada y cada hermano se debe ocupar de cuidar y vigilar al siguiente hijo. A su madre apenas la ve ya que la situación de desempleo de su padre la obliga a trabajar todo el día en un telar. Un oficio que hace que cuando regrese a casa esté totalmente agotada y apenas se ocupe de su hijo. El padre agobiado por su circunstancia tampoco le valora realmente y se vuelca en sí mismo.
Zezé no solo es el protagonista de la historia sino que también es el narrador que a través de la primera persona nos va dando a conocer como es su vida. Es un niño pequeño que quiere ser poeta y tener un buen traje. Inocente, ingenuo y muy despierto. Pero sobre todo destaca por su gran corazón.  Capaz de sorprender a todo el mundo con su excepcional capacidad de leer sin que nadie le adoctrinara previamente. Por esta razón le metieron en el colegio prematuramente. Le encanta hacer travesuras y continuamente sus hermanos están reprendiéndoles y a menudo propinándole sonoras palizas.
Mi planta de naranja lima me ha dejado una sensación un tanto agridulce. Agraria porque me ha decepcionado y dulce porque tiene puntos o detalles hermosos. Haciendo balance la recomendaría pero con reticencias.
La novela me ha gustado pero no me ha acabado de convencer. El argumento es muy sencillo. Todo gira en torno a como Zezé intenta encontrar alguna vía de escape sobre su situación. Primero a través de la planta, su única compañera de juegos,  y después a través del Portuga, el único que realmente le trata bien. Me ha dado sensación al leer la novela que le falta algo de cuerpo y consistencia.
Mientras avanzamos a través de las paginas la lectura es agradable leerla pero al final me da la sensación de que le falta algo. Realmente la historia no ha conseguido captar del todo mi interés.
Al ser un niño el que narra en primera persona el lenguaje es sencillo y directo y en la novela abundan los diálogos por lo que prácticamente sus doscientas páginas aproximadamente se leen en una sentada. El propio autor dijo que la escribió en tan solo doce días aunque llevaba años dándole forma en su interior.
Existe entre sus páginas una clara crítica al maltrato físico y al abandono de las zonas desfavorecidas. Una situación que él mismo vivió en sus propias carnes y en la cual millones de personas siguen estando.
El punto fuerte de la novela es su protagonista. Un niño adorable, un pelín diablo y del que destaca su gran corazón. Es cariñoso, atento y compasivo con los demás. A pesar de ser pobre siempre piensa en compartir lo poco que tiene con sus allegados en vez de quedarse él con todo y lo demuestra siempre que puede. Es capaz de robar flores para que su profesora no esté triste o ayudar a un desconocido en su trabajo.
Cuenta un episodio en que la familia no tenía dinero para comprar regalos en navidad y todos estaban muy abatidos por ello. Sobre todo el padre que se sentía como un autentico perdedor después de escuchar un comentario despectivo de su hijo. Y Zezé se puso manos a la obra e hizo lo imposible por conseguir dinero para comprarle una cajita de los mejores puros y aliviarle la pena.
En fin, estas son mis impresiones. Ahora tendréis que decidir vosotros si os interesa o no.
Un fragmento
Íbamos por la calle, cogidos de la mano y sin la menor prisa. Totoca iba ensenándome la vida y yo  estaba muy contento, porque mi hermano mayor me llevaba de la mano y me enseñaba las cosas, pero las de fuera de casa, porque en ésta yo aprendía descubriéndolas solo y haciéndolas solo, me equivocada y, al equivocarme, acababa siempre recibiendo unos azotes. Hasta hace muy poco, nadie me pegaba, pero después descubrieron las cosas y no cesaban de decir que yo era malo, que era un diablo, un gato entigrecido